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Tráfico de órgano en Kosovo, un historia vieja pero necesaria

23/01/2022 08:05 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Una vez extraídos, ciertos órganos de jovebes prisioneros fuertes "viajaban al extranjero para ser entregados en clínicas donde los esperaban pacientes de pago (...) Después de extirparles un riñón en Burel, algunos prisioneros eran devueltos a la prisión,

Carla del Ponte acusa de tráfico de órganos al líder de Kosovo

Un libro de la ex fiscal de la ONU denuncia que la guerrilla kosovar de Hashim Thaçi arrancó vísceras a presos serbios

 

   

 

RODRIGO CARRIZO Ginebra, 13 ABR 2008

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    Tráfico órganos, Kosovo, CIA

    George Tenet, Carla del Ponte

    Yugoslavia, ELK, EE.UU, Espionaje

    Gobierno, Seguridad nacional,   Europa

    Administración Estado, Literatura

    Delitos, Grupos terroristas, etc…

   

 

 

Tales aseveraciones forman parte del libro “La caza. Yo y los criminales de guerra“, publicado en italiano por Carla del Ponte, ex fiscal del Tribunal Internacional Penal para la ex Yugoslavia, constituido por el Consejo de Seguridad de la ONU para juzgar los crímenes de aquella guerra, que parece no terminar nunca.

 

La obra, escrita en colaboración con Chuck Sudetic, ex corresponsal en la zona de The New York Times, se  publicó en Milán y  suscitó inmediatamente una gran polémica.Y aunque con retraso, nuestra págna ha congiderago no solo de actualidad, sino un deber reproducirlas.Hoy somos nosotros los que salimos de caza.

 

Del Ponte cuenta en el libro que la oficina dirigida por ella en el Tribunal para Yugoslavia "comenzó a recibir informaciones a lo largo del verano de 1999 sobre unas 300 personas que habrían sido transportadas en camiones cruzando la frontera hacia el norte de Albania (...) A los prisioneros más jóvenes, sanos, fuertes y mejor alimentados se les evitaban los golpes. Eran atendidos por personal médico y posteriormente transferidos a otras estructuras de detención en Burrel.

El libro cuenta "una serie de mentiras. Es una ficción de la primera a la última página”, según el Gobierno kosovar.

 

 

 En Burrelí eran alojados en una casa amarilla utilizada como quirófano clandestino donde les extirpaban órganos".

 

 

Una vez extraídos, esos órganos "viajaban al extranjero para ser entregados en clínicas donde los esperaban pacientes de pago (...) Después de extirparles un riñón en Burel, algunos prisioneros eran devueltos a la prisión, hasta el momento en que se les extirpaban otros órganos vitales, provocandoles finalmente la muerte".

 

Los autores del libro escriben también que "el tráfico de órganos se hacía con el conocimiento y aprobación activa de altos oficiales del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK)".

 

El descubrimiento de estos presuntos hechos se debe a "oficiales de la ONU, periodistas y un fiscal albanés", según explicó a este periódico Chuck Sudetic. Varias de esas personas "investigaron en la casa de Burrel y aplicaron al suelo y muros productos químicos de avanzada técnica criminalística que revelaron rastros de sangre y fluidos corporales. Interrogados, los ocupantes de la casa, la primera versión de los albaneses fue que una mujer había dado a luz allí. Ante las enormes cantidades de sangre detectadas, cambiaron la versión para decir que la casa había sido utilizada como un matadero.Pero era sangre humana.No cabía la duda”.

 

Una serie de datos escalofriantes chocaban con esa versión. "Los investigadores descubrieron un espacio de tres metros por uno en medio del suelo de la habitación que no tenía ninguna mancha de sangre, lo que hizo pensar en una mesa de operaciones cambiada de sitio", explica Sudetic. "También se hallaron instrumentos quirúrgicos, medicinas y relajantes musculares utilizados en cirugía, así como una nevera con órganos destinada al aeropuerto de Rinas". Por la clínica clandestina "pasaron también supuestamente prostitutas de varios países de Europa del Este y de Albania", añade el coautor.

 

La denuncia forma parte del extenso libro en que Carla del Ponte repasa toda su vida como jurista. Pero, en lo que se refiere a Kosovo, se apoya en testimonios de personas cuya identidad no se revela, ni se incluyen pruebas oficiales directas de los  crímenes denunciados. ¿Y por qué nunca fueron llevados a juicio?.

La caza” fue escrita bajo su responsabilidad como ex fiscal, pero no como ex representante del Gobierno suizo",

 

 Los autores apuntan a un problema de falta de jurisdicción de Del Ponte en la época de los hechos. "No quedaba claro", escriben, "si los crímenes cometidos en ese periodo caían bajo la jurisdicción del Tribunal para Yugoslavia (...) Los pocos albaneses de Kosovo que hubieran estado dispuestos a testificar debían ser protegidos de por vida, lo que implicaba transferir al extranjero a familias enteras (...) Los oficiales de la policía, de Berna a Bruselas pasando por el Bronx, saben cuan frustrante es intentar investigar dentro de las redes criminales albanesas".

 

 Carla del Ponte escribe también que algunas autoridades de la Misión de la ONU para Kosovo y de la OTAN "temían por sus vidas y por la de los miembros de sus misiones" y que "algunos de los jueces del Tribunal para la ex Yugoslavia temían ser asesinados".

 

La Human Rights Watch afirmó  que el libro de Del Ponte aportaba "suficientes evidencias" como para exigir a los Gobiernos de Kosovo y Albania "una investigación formal que dictaminara sobre la veracidad de las acusaciones".

 

En el libro, Del Ponte salda cuentas con antiguos adversarios, con una crudeza tal que  llevó al Gobierno suizo a pedirle se abstuviera de presentarlo a ninguna editora helvética o de hablar con los medios de comunicación. Ocurrió que después, la ex fiscal fue nombrada embajadora de Suiza en Argentina, país que por esas fechas de principios de siglo acababa de abrir una Embajada en Kosovo, lo que le convertía en uno de los primeros en establecer lazos diplomáticos con el nuevo Estado.

 

"La caza” fue escrita bajo su responsabilidad como ex fiscal, pero las declaraciones que contiene no eran compatibles con sus funciones de representante del Gobierno suizo", explicó Jean-Philippe Jeannerat, portavoz del Ministerio de Exteriores suizo. "Si Del Ponte habla en público de las acusaciones que plantea en su obra, podría ser interpretado como la posición oficial del Gobierno suizo, lo que sería inaceptable"-dijo el canciller helvético..

 

 Antes incluso de la presentación del libro en Milán, Del Ponte fue conminada por su superior, Micheline Calmy-Rey (ministra suiza de Exteriores), a que volviera rápidamente a Buenos Aires. Según fuentes cercanas a la ex fiscal, ésta mostró una "relativa incomprensión" por la decisión de silenciarla, pero acató la orden. Sin embargo, no hubo constancia de que Del Ponte  llegara a la capital argentina donde, oficialmente, se la esperaba semanas después, según informó Jorge Marirrodriga desde Buenos Aires.

 

La presentación del libro a la prensa en Milán fue anulada en el último momento, tras conocerse la posición del Gobierno suizo. Así lo confirma Lucia Piani, de la editorial Feltrinelli, que ha publicado “La caza“.

 

En los Balcanes, el libro  levantó ampollas. Seguidores de Thaçi, el primer ministro kosovar, aseguraron que planteaba "una serie de mentiras". El ministro de Justicia de Kosovo, Nekibe Kelmendi, alegó por su parte: "Es una invención de Carla del Ponte y los serbios para desacreditar a mi país". Del lado serbio, la visión de las guerrillas kosovares como "banda mafiosa y criminal"  provocó satisfacción. Del Ponte llevó al banquillo al ex presidente de Serbia, Slobodan Milosevic.

 

¿Por qué sacar a la luz estas atrocidades tan tarde? Chuk Sudetic explica: "Del Ponte disfrutaba de una libertad para hablar que no tenía como fiscal general. Ella consideró que era mejor explicar los mecanismos ocultos de la justicia internacional con un libro que con un aburrido artículo para una revista de abogados que nadie leería. Es posible que contando esta historia, los testigos finalmente se atrevan a hablar".

 

Un encontronazo con la CIA

 

Por “La caza” desfilan todos los personajes de la actualidad de entonces: desde Tony Blair, Bernard Kouchner y Angela Merkel hasta Kofi Annan, pasando por los españoles Javier Solana y Miguel Ángel Moratinos. A éstos, la ex fiscal les dedica comentarios no exentos de acidez y al parecer verídicos.

 

A la mujer que se ocupó del genocidio de Ruanda, fue fiscal general de la Confederación Helvética y trabajó codo con codo con el asesinado juez Giovanni Falcone -en la lucha antimafia-, no le faltan enemigos. En su libro describe lo que llama "muro de goma", que es la indiferencia (o discreta hostilidad) ante sus demandas de justicia, disfrazada de comprensión.

 

Uno de los momentos fuertes que relata es su encuentro con George Tenet, ex director de la CIA, a quien Del Ponte pidió ayuda para capturar a los criminales de guerra serbobosnios Ratko Mladic y Radovan Karadzic -la gran frustración de su vida-. El Tenet le contestó que atraparlos era una prioridad, pero sólo le habló de vaguedades. "Pienso que usted debería apoyar nuestros esfuerzos", le replicó Del Ponte, quien atribuye al ex jefe de la CIA esta respuesta, tal como aparece escrita en italiano: "Guarda, madame, che di quello che pensi tu non me ne frega un cazzo" (Mire, señora, lo que usted piense me importa una mierda).


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