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El expresidente de Guatemala Alfonso Portillo, terminará de cumplir su condena en una cárcel norteamericana por blanqueo de dinero, pero otro expresidente, el salvadoreño Francisco Flores, es buscado por Interpol y sigue sin aparecer, como los 15 millones que le donó Taiwán
El expresidente de Guatemala Alfonso Portillo, terminará de cumplir su condena en una cárcel norteamericana por blanqueo de dinero, pero otro expresidente, el salvadoreño Francisco Flores, es buscado por Interpol y sigue sin aparecer, como los 15 millones que le donó Taiwán.
Todo este asunto de los millones de Taiwán, tiene mucha tela que cortar, ya que para nadie es un secreto que Taiwán a comprado a los gobiernos su reconocimiento como nación.
La pregunta es bien sencilla: ¿debería Taiwán ser juzgada por la Corte Penal Internacional, por los delitos de soborno y corrupción?
¿Qué hace la ONU ante estos reiterados casos de corrupción fomentados claramente por Taiwán y que nadie condena?
El famoso caso Lockheed, sirvió para demostrar que las empresas y algunos gobiernos sobornan a los políticos locales, a fin de favorecerse, llegando hasta las más altas esferas del poder, pero también para que algunos políticos, de América latina defendieran estas prácticas corruptas como un hecho consustancial al cargo.
Así el por aquel entonces ministro de hacienda colombiano, Hernán Echavarría Olózaga, llegó a decir: "en nuestro gobierno no se hace un negocio importante con el Estado sin pagar comisiones".
Se aseguró entonces, que no sólo generales y ministros, estaban implicados en el caso Lockheed, sino que estaría implicado el mismísimo presidente de la república Carlos Lleras Restrepo.
Los casos de soborno por parte de Taiwán, son tan escandalosos y tan vulgares que rayan lo insoportable, son capaces de provocar vómito del asco producido, como el regalo de ordenadores portátiles a todos y cada uno de los diputados y senadores de Paraguay.
Poco puede hacer el caimán, frente al Gran Dragón Rojo
Pero lo más lamentable, es que los receptores del soborno, aceptan el soborno como algo natural, sin inmutarse, en una ausencia absoluta de recato, ante un hecho claramente inmoral y antiestético… lo ético, huelga.
Esta situación sólo se explica, dicho con todos los respetos, para los ciudadanos de a pié, por que los 25 pequeños países que reconocen a Taiwán, son en su generalidad, países títeres, donde el Estado está profundamente corroído por la corrupción y su estructura es endeble y a merced de las oligarquías criollas.
Y precisamente, porque son países pequeños, es más sangrante y grotesco, es una clara burla a sus pueblos y una afrenta a la moral.
En lo que al mío toca, resulta a todas luces inadmisible la actitud de Belice, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y las pequeñas Antillas.
Y el Vaticano, debería replantearse un reconocimiento, que sólo tenía su justificación en reconocer a Taiwán como el anticomunismo que enfrentaba a la China de Mao.
Taiwán tiene los días contados, la llegada de China a la posición de primera potencia planetaria, llevará a Taiwán de nuevo a la soberanía del poderoso Dragón Chino.
Mientras tanto, políticos de medio pelo, se lucran a cuenta de los sobornos que dan oxígeno a una nación que agoniza asfixiada por el crecimiento de su padre vecino, al que volverá como el hijo pródigo de La Biblia.
Al fin y al cabo, si Hong Kong, está integrado en la República Popular China, porque no lo va a estar la isla de Taiwán (Formosa), que ha pasado por tantas manos, a lo largo de la historia.
@ordosgonzalo
Gonzalo alvarez garcía