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El montonero de Montoro emprendió casi desde su nombramiento la batalla necesaria para superar el déficit galopante zapateril -por estéril y pueril- pero equivocó las armas y el enemigo. En otras palabras, todos somos víctimas de su fuego amigo
Y llegó Montoro el montonero y presentó su proyecto de reforma fiscal. Una salvajada que, en algunos aspectos, convierte España en el infierno fiscal que llevo denunciando desde el arranque de la legislatura y que me mantiene en las antípodas de volver a votarlos en la próxima cita electoral. Por eso, el resto de países de nuestro entorno y más allá, solo se les puede denominar paraísos fiscales por contraposición a nuestro particular infierno porque, de otro modo, solo serían “llanuras o valles fiscales”
Es como si en casa, una madre se resistiera a renunciar a la televisión de pago, el coche grande y gastoso, el wi-fi de máxima velocidad, las comidas fuera de casa, los fines de semana esquiando, las ropas de marca, etc. pero cada día, en la mesa a la hora de comer, ya ni se ve ni se espera la ternera y el pescado que fueron sustituidos, por falta de ingresos suficientes, por la patata y los bocadillos.
El montonero de Montoro emprendió casi desde su nombramiento la batalla necesaria para superar el déficit galopante zapateril -por estéril y pueril- pero equivocó las armas y el enemigo. En otras palabras, todos somos víctimas de su fuego amigo.
Como lo que se ingresaba por el estado no alcanzaba para mantener el dispendio y el despilfarro propio de la administración central e impropio, descontrolado e injustificado de las mini administraciones autonómicas y municipales, en lugar de talar -no recortar- y suprimir ese gasto elefantiásico, lo maquilló, lo puso a dieta leve y echó carbón y leña a la maquina de recaudar más, es decir, subió todos los impuestos, sin excepción, lo que desde un punto de vista penal raya el delito de prevaricación porque lo hizo a sabiendas de que esa política retrae el consumo y la inversión y provoca el efecto justo contrario: una menos recaudación.
La reforma fiscal es otro apretón de tuerca mientras se mantiene el despilfarro
Ahora su reforma fiscal para 2015, lejos de corregir ese dislate – disparate cometido por un botarate- lo lleva más lejos al suprimir, por ejemplo, los coeficientes de abatimiento y corrección monetaria, en la tributación de la plusvalía o incremento patrimonial por la venta de inmuebles. En otras palabras, que si alguien compró en 1984 un piso en 70.000€ y hoy lo vende en el doble, 140.000€, la diferencia, no es beneficio ni ganancia como el miope montonero presume, es únicamente el efecto perverso de la inflación anual acumulada en esos treinta años. Por este motivo, a la hora de liquidar este impuesto siempre se moduló con las correcciones antes citadas. Pues bien, la reforma suprime las mismas y el tipo aplicable se calcula directamente sobre esa diferencia entre el precio de compra y el de venta como si de un beneficio se tratara. Ítem más. Si lo que se pretende es donar a un hijo ese mismo piso, ahora con la reforma se considera venta y el impuesto de calculará también sobre esa diferencia entre el precio de compra del mismo y su valor a la hora de donarlo a tu hijo.
Una enmienda en el Senado acaba de introducir el abatimiento de la plusvalía en operaciones no superiores a 400.000€ y en determinadas fechas. Un maquillaje para la galería que no corrige ni de lejos el carácter confiscatorio de ese impuesto.
Querido ex-ministro, apure usted su cicuta -reforma fiscal- lo antes posible porque, en gran medida gracias a usted y a la corrupción rampante, ni su partido ni usted repetirán las próximas elecciones y menos aún con mi voto. Su trastorno obsesivo compulsivo con la recaudación y el fraude es su eutanasia activa y la de su formación y la vergüenza de los que les contemplamos instalados en la opulencia, la corrupción estructural, la impunidad y el despilfarro de gasto. No diga nunca que no fue advertido aunque no hay más ciego que aquel que no quiere ver.
AscoHastaLaNáusea