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Todos los robots aprenden a hablar:del robot industrial a los Lingadroids

30/12/2013 14:00 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La conversación entre el astronauta japonés y un robot desata una polémica, entre los creadorers de robtots industriales y los universitarios australianos, que tratan de que sus Lingodroids creen su propio lenguaje no humano

El astronauta japonés Koichi Wakata  mantuvo una conversación con un robot a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), que atrajo a los reporteros nipones. Se trata de la primera charla de un humano con un androide en el espacio.

La cadena de televisión pública japonesa NHK emitió imágenes de un fragmento de la conversación mantenida entre el astronauta Koichir Wakata y el robot Kirobo en la Estación Espacial Internacional ( EEI ) este mismo mes.

La TV nipona no especificó en que idioma habían intercambiado unas pocas frases el astronauta y el humanoide aunque se supone que hablaron en japonés.

"¿Cómo has llegado hasta el espacio, Kirobo?", le preguntó Wakata al autómata, y este respondió que se trata de una máquina diseñada para comunicarse con humanos y aparte de sus tareas técnicas hacer compañía a los tripulantes de la plataforma espacial.

"Llegué en el Konotori IV ( que es el vehículo de transferencia de carga) desde el Centro Espacial Tanegashima", respondió Kirobo moviendo su cuerpo robótico.

 

El reportero también quiso saber qué había estado haciendo el robot desde su llegada al espacio y el androide contestó "observar el precioso planeta Tierra", frase recogida por el portal Space

"Como había oído decir, es azul (…). Es precioso. Tomé una foto y se la envié a mis amigos en la Tierra", agregó.

El androide, de 34 centímetros de altura y apenas un kilogramo de peso, fue creado conjuntamente por el Centro de Investigación para Ciencias y Tecnologías Avanzadas, la Universidad de Tokio y la empresa Robo Garage, este robot está equipado con una cámara de reconocimiento facial. Normalmente los robots y los tripulantes de la nave se comunican sólo mediante una combinación de acciones autónomas y operaciones remotas. Por eso otro de sus objetivos es aportar información a las investigaciones sobre la comunicación entre humanos y robots más allá de sistemas puramente autónomos.. Por eso es noticia el que un robot, en este caso Kirobo, hayan intercanmbiado siquiera tres frases articuladas. Y algunos linguistas y especialistas en sociología de las comunicaciones han hechos muchas preguntas.

"Es increíble que hayas llegado hasta aquí tú solo", dijo Wakata durante la conversación grabada.

"Bueno, ¡soy un robot!", respondió Kirobo

Y suponemos que wakata ya se había dado por enterado.

Intentando que los robots se comuniquen lingüísticamente con los humanos.¿Podrán los Lingodroids de Australia hacerlo pronto?

El lenguaje no nace. Se hace. Hasta ahora lo hacían los humanos en el reino llamémosle planeta tierra. Y los animales en el reino animal. Pero en la estación espacial Internacional (EEI), según la televisión japonesa....han conversado muy limitadamente un androide y un astronauta japonés tripulante de la EEI. Y nos hemos interesado, sin respuesta, en saber en qué idioma han hablado. Porque tal cosa no había ocurrido nunca hasta ahora.¿ Es que esta habilidad de crear lenguaje es exclusivamente humana?

 Y sin embargo los robots hablan entre ellos, no emplean nunca la lengua en que nosotros pensamos, con palabras para comunicarnos tanto en conceptos concretos como abstractos. Ahora, los investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) están enseñando o han enseñado a un par de robots a comunicarse lingüísticamente como los seres humanos mediante la invención de nuevas palabras habladas. Es un léxico que los expertos en robótica pueden enseñar a otros robots para generar un lenguaje completamente nuevo.

Y compartir esos vocablos con los que están a su alrededor, en su entorno. Esa es la forma la que probablemente nació y se desarrolló el lenguaje humano.

Ruth Schulz y sus colegas en la Universidad de Queensland y la Universidad Tecnológica de Queensland llaman sus robots los Lingodroids, traducido al español Linguadroides. Los robots tienen su base en una plataforma móvil que la

directora del proyecto. Schulz describe al Linguadroide "básicamente como un ordenador portátil sobre ruedas", pero cada uno está equipado con un sonar, una cámara, un láser, micrófonos y altavoces que permiten hablar el uno al otro mientras se mueven alrededor y delimitan su entorno en juegos de "dónde estamos".También evitar los obstáculos, para no chocar con objetos a su paso. Los robots disponen asimismo de medios para comunicarse acústicamente  entre ellos. En cierto modo para que se orienten geográficamente en su mundo.

Para entender el concepto detrás del proyecto, hay que considerar un caso simplificado de cómo el lenguaje en origen pudo haberse originado y desarrollado en el mundo desde nuestra primera madre…. Hay que hacer un esfuerzo, un ejercicio de imaginación. Digamos que, de repente, uno despierta en algún lugar con la memoria completamente borrada, bloqueada, aniquilada, sin saber su idioma, el del usuario, inglés, español, euskera, catalán, noruego… o cualquier otro idioma. Y entonces conoce a alguna otra persona que está en la misma situación que el usuario. ¿Qué hace éste?

Lo que podrá muy bien terminar pasando es que el que acaba de despertar inventa una palabra al azar para describir el lugar donde se encuentra ahora mismo, y luego apunta hacia el suelo y dice la palabra a la otra persona. Establece una conexión entre esta nueva palabra y el lugar en que ambos se hallan. Y esto es exactamente lo que los Lingodroids hacen. Si uno de los robots se encuentra perdido en un paraje desconocido, lo que intenta hacer es fabricar una palabra para describirlo, probablemente la elección de una combinación aleatoria de un conjunto de sílabas. Posteriormente, comunica esa palabra a cualquier otro robot que se encuentra en el camino. A su manera, lo que ha hecho es definir el nombre de un lugar. Lo ha bautizado.

Los Lingodroids  ya inventan vocablos para comunicarse con otros robots, sin intervención específica del hombre

A partir de esta base fundamental, los robots pueden jugar juegos de palabras entre sí para reforzar la lengua. Por ejemplo, un robot podría decirle al otro "kuzo, "  y luego los dos robots correrán a donde piensan que es "kuzo". Cuando se encuentran en o cerca del mismo lugar, que refuerza la conexión entre una palabra y un sitio, han dado un paso de humanoides. Y a partir de "kuzo", un robot puede pedir al otro detalles sobre el lugar de donde vinieron, lo que resulta en nuevas palabras para conceptos más abstractos como la dirección y la distancia.

Esta imagen muestra lo que las palabras de dos robots pueden estar de acuerdo en los conceptos de dirección y distancia. Por ejemplo, "hiza vupe" significaría un largo de media distancia hacia el este.

Después de efectuar varios cientos de juegos para desarrollar su lenguaje, los robots acuerdan direcciones dentro de unos 10 grados y de distancias dentro de los cuatro o cinco metros, que tiene el laboratorio o mapa; su mundo. Y usando sólo su lengua inventada, los robots crearon mapas espaciales (incluidas las zonas que no fueron capaces de explorar). Sitios para ellos de lo desconocido o inexplorado.

En el futuro, los investigadores esperan hasta que los Lingodroids se decidan a "hablar" sobre conceptos aún más elaborados, como las descripciones de cómo llegar hasta un lugar conocido o el camino hacia los sitios del primer mapa. Entonces los robots memorizan la nueva palabra y su asociación con el lugar específico que designa.

Pese a que los robots tienen representaciones totalmente diferentes, internas, del mundo que les rodea, son capaces de desarrollar un léxico común y usar frases simples para explicar y “comprender” las relaciones entre lugares, incluso lugares que no han conocido físicamente, como las regiones detrás de los límites  del mapa inventado. Mediante el aprendizaje del lenguaje los robots son capaces de construir representaciones para esos lugares que les son inaccesibles y, más tarde, cuando se abran los mapas, usar esas representaciones para recrear un comportamiento dirigido hacia una meta.

 En última instancia, técnicas muy simples como estas pueden ayudar a los robots a comunicarse entre sí de manera cada vez más eficaz, e incluso pueden permitir nuevas formas para que los robots puedan hablar a los humanos.

Schulz y sus colegas entre los que se hallan Arren Glover, Michael J. Milford y Gordon Wyeth, han hecho como sus robots, describir su trabajo en un artículo, "Lingodroids: Estudios en Cognición espacial y Lenguaje", que presentaron hace un tiempo en la Conferencia Internacional IEEE de Robótica y Automatización ( ICRA ), en Shanghai.

Uno de los juegos es que cuando un robot llega primero a un lugar desconocido lo nombra y cuando llega un segundo robot, le dice como se llama donde está.

Otro juego es que un lingodroid al encontrarse con otro le pregunta de donde viene, en la respuesta se da el nombre del lugar (inventado anteriormente) y las direcciones para llegar.

Un tercer juego es que se dice una palabra y los dos parten al lugar con la que la asocian, si coinciden ya tienen nombre para ese espacio si no, siguen probando.

En los primeros resultados, dos lingodroids crearon mapas del espacio explorado usando su lenguaje, con un margen de diferencia de 10º en inclinación y unos 4 metros en distancia.

La idea básica es esta, que los Lingodroids aprendan y construyan entre ellos un lenguaje para navegar por entornos. Y esto es sólo el principio, ya que hay muchas aplicaciones este sistema de enseñanza. Y puede ser muy útil para la ciencia medica.

"En su situación actual de todo lo que pueden hablar es sobre conceptos espaciales, pero lo importante es que se están formando estos conceptos, están empezando a entender realmente lo que significan las palabras", explica Ruth Schulz,

Los nuevos robots van más allá de las cuatro normas básicas de Isaac Asimov

Con un pequeño zumbido los robots corren alrededor de una especie de oficina-laberinto, esquivando hábilmente obstáculos como escritorios y sillas y pitando cuando están al alcance del oído del otro. Comunicándose a través de pitidos, los robots tienen un diccionario interno que asocia experiencias, dónde al parecer están en el mapa general de la oficina-laboratorio, y los nombres de lugares que ya conocen. Cuando los robots encuentran un área sin nombre generan una palabra al azar para designarlo. Cuando los robots hablan entre sí, cuando un robot se dirige a otro le dice  la zona que han descubierto, construyendo poco a poco un léxico común. Hasta ahora, el lenguaje de los robots incluye palabras como "pize", "jaya" y "kuzo", “vupe“.

La investigación ha demostrado que cada robot puede ayudar a su compañero a seleccionar una localización en el laoratorio, usando únicamente su lenguaje compartido, que no es humano.. Schulz espera que el proyecto de un paso más allá, con una siguiente fase en la que los robots interactúen con objetos, por ejemplo agarrándolos y pasándoselos el uno al otro.

 

Sin embargo, los investigadores implicados esperan que en el futuro sean capaces de crear un lenguaje más complejo. Los resultados de los experimentos que ha realizado el equipo australiano muestran el éxito de las tareas realizadas durante los encuentros entre robots. Saben formar mapas independientes de su mundo basados en su propia experiencia y desarrollan un lenguaje basado en la toponimia y en la experiencia compartida. Además, generan una especie de toponimia de distancia y dirección a través de un proceso de generación.

Esta toponimia tiene un significado real para los robots y éstos pueden desplazarse felizmente gracias a ella y encontrarse para compartir esa toponimia imaginada (su “visión” del mundo).

No hace falta decir que son robots muy elementales que usan un lenguaje muy sencillo del que ni siquiera son conscientes, pero este tipo de estudios sientan las bases para futuras investigaciones, según los científicos implicados, Estos resultados podrían ayudar en el estudio de procesos cognitivos relacionados con la representación del lenguaje, planificación, desarrollo lingüístico, simbolismo e imaginación.

Resumiendo podríamos decir que estos linguadroides crean su propia representación de un mundo humanoide y la comparten con los demás individuos de su especie a través de un lenguaje que ellos mismos han desarrollado. No está mal para robots tan sencillos.

 

Volviendo a la conversación del astronauta japonés  Koichi Wagata con el robot Kirov a bordo de la nave Konotori IV en la EEI

Esta conversación no tiene nada que ver con los experimentos de los Lingodroids de los científicos australianos de la Universidad de Queensland. Wagata es astronauta y la misión nipona puramente comercial.

Kirobo, un robot de carcasa blanca y negra y botas rojas y le llega a un humano a la altura de la rodilla. Pero habla. Nació en un laboratorio de la Universuidad de Tokio, estudió y aprendió cosas básicas en japonés. Desde Japón viajó por el espacio hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) donde analizará con otras máquinas niveles de radiacíon y posibles averías para ayudar a mantener limpio el miniclima en que trabajan y viven los astronautas. El robot que los ingenieros robóticos de Toyota han diseñado puede responder a algunas preguntas concretas formuladas en habla japonesa. Kirobi incorpora tecnología de reconocimiento facial y de voz. Nació con un destino ya fijado para trabajar en una nave de carga sin tripular, la Konotori IV. Viajó junto a 5, 4 toneladas de suministros y equipos para la tripulación de la base de investigación Agencia de Exploración Aeroespacial japonesa.

La nave, lanzada desde el Centro Espacial Tanegashima suroeste de Japón, llegó sin contratiempo a la EEI. En una demostración reciente, Kirobo dijo que "esperaba crear un futuro donde los humanos y los robots puedan vivir juntos y llevarse bien". Cuando mantuvo sostuvo esa primera conversación con el astronauta Koichi Wakata, que despegó hacia la EEI junto a otros seis tripulantes semanas después, estaban presentes miembros de la prensa y TV japonesas. Dijeron que era la primera entrevista hablada entre un astronauta humano y un robot en el espacio.

Wakata tiene el mando del complejo, un proyecto Konotori IV, que ha tenido un costo de 100.000 millones de dólares, y está patrocinado por 15 naciones. Una gran responsabilidad, según él mismo. Se supone que incluye el cuidado de Kirobi. Y los creadores han hablado del “compañero” del capitán Wakata. El no parece que ha dicho nada al repecto.

 Kirobo (desarrollado por técnicos de Robótica de la Universidad de Tokio para las empresas niponas Toyota Motor y Dentsu) estará en el espacio hasta finales de 2014. Con sus 34 centímetros y su kilo de peso, Kirobo está diseñado para navegar en gravedad cero y  su nombre es un compuesto de kibo ("esperanza" en japonés) y robot.

La nave lleva igualmente dos satélites Ardusat, que incorporan sensores de medición de radiación producidos por la empresa Libelium. Estos sensores funcionan como un contador Geiger, aunque han sido diseñados para un tamaño y peso mínimos (4 por 3 centímetros y unos 40 gramos). Los dispositivos detectan las partículas gamma producidas en cualquier lugar del espacio y permiten medir los niveles de radiactividad espacial generados por fenómenos como las tormentas solares, según detalló la empresa..

En la carga del Konotori IV también se incluye comida para los astronautas, y otros equipos destinados al módulo experimental japonés Kibo que hay a bordo de la EEI. El robot Kirobo no es más que una mascota o un juguete publicitario, que muestra las capacidades de los técnicos  de robótica de Japón. En realidad no tiene utilidad práctica alguna, salvo quizás atraer la atención hacia algo que es puramente una misión comercial.

El futuro de la robótica espacial pasa por nuevas creaciones como la sonda Curiosity, destinados que toma decisiones in situ, acertadas, pues son de vida o muerte.Esas sondas realizan solas tareas concretas con dirección propia sobre el terreno, y no son muñequitos antropomorfos que tienen una conversación preparada que es hacer como que hablan con los astronautas. O que el robot entabla una bella amistad con una belleza y hasta le enciende un cgarrillo. Y en ese aspecto, el proyecto de la Univesidad de Queensland y sus Lingodroids entra en mundos desconocidos de la ciencia humana.

Si lo que buscan las grandes empresas niponas o no, es proporcionar el apoyo psicológico de un compañero, resultaría mucho mejor y entretenido recurrir al viejo y entrañable amigo o amiga no imaginarios, pero reales, al que llamarían copiloto.. Eso para la empresa quizas fuera  demasiado caro. Pero todo lo espectacular de la nave de carga japonesa Konotori no es inteligencia artificial, sino más bien un teatro de marionetas del siglo XXI. Eso sí, cae simpático.  

Todo lo anterior refuerza la certidumbre que, si bien es cierto las máquinas son capaces de actuar tras un determinado fin y adaptar su conducta de acuerdo con las contingencias del medio, como los Lingodroids, estos cambios estarán siempre condicionados y limitados a un específico propósito. Creo que no puede afirmarse, ni siquiera pensarse, en que tenemos algún fundamento para suponer que las máquinas podrán llegar a reaccionar, consciente, espontáneamente, por sí mismas, ante circunstancias no consideradas o de caracteres distintos a los programados.

El robot no puede salirse del programa, pero su experiencia puede beneficiarse incansablemente y sin límite de tiempo de la materia viva

La cibernética ha "esquivado" la creencia que existe una fundamental diferencia entre los "poderes de acción" de la materia viva y los poderes de la materia inerte y que "toda la conducta de la materia viva es accesible a la máquina", el famoso profesor Wiener expresó al respecto: " lo que la experiencia con las máquinas electrónicas nos dice no permite negar la posibilidad de alcanzar un nuevo estatus". Y para aclarar más su opinión, Wiener agregó: "El caso de las máquinas jugadoras de ajedrez o de damas muestra el camino. Si una máquina juega repetidamente, va acumulando en su "memoria" las jugadas con las cuales ha perdido y empieza, con un efecto parecido al "feedback", a corregir sus nuevas jugadas evitando las que le hicieron perder. La máquina mejorará su conducta con su propia experiencia".

 

Según esto, los robots serían ya capaces de modificar su conducta del futuro en consideración a las reacciones que tuvieron frente al medio o a las contingencias del pasado, y por consiguiente serían capaces, en ciertos casos, aparentemente a su entender, de ir más allá de lo dispuesto por su creador.

 

El Dr. Wiener expresó: "Esta experiencia se refiere a un modo o a una cualidad del juego del contendor. Si la máquina juega con un competidor pobre, su experiencia no le servirá para enfrentarse a un campeón o viceversa; la experiencia adquirida con un campeón no le sirve para un jugador mediocre. La experiencia no servirá, entonces, si cambia la categoría de su contrario.

Todo lo cual parecería enfrentarnos, al hecho que un mecanismo pudiera llegar a realizar algo que su creador no ha dispuesto o imaginado.Es decir a algo que el padre del robutismo Isaac Asimov cuando trazó las cuatro reglas por la que se rigen los robots, no previó. Empero, el hecho es, según Wiener, sólo aparente. Lo que sucede es que por falta de tiempo o de oportunidad, ya que la máquina trabaja a una velocidad muy superior al hombre, sin cansarse, éste no ha podido adquirir la práctica ni realizar las necesarias operaciones, ni alcanzar la pericia que, indudablemente, tendría, si siguiendo el sistema por él concebido, hubiera podido completar el número de jugadas o de acciones necesarias. La adquisición de experiencia por la máquina nace y se desarrolla a través de fenómenos infinitos en tiempo y en espacio que el creador del sistema no tiene poque es finito y es incapaz de poner en juego todas las posibles soluciones. Todas las jugadas del robot ajedrecista están potencialmente incluidas en las reglas del juego imaginadas por su inventor.

El caso de las posibles jugadas o calculadas por el robot frente a un ajedrecista humano podrían eventualmente escribirse en una ecuación matemática. Esas jugadas de ajedrez, pueden o no ser "potencialmente conocidas" por el constructor del mecanismo, pero  frente al tiempo y experiencia incansables, sí puede conocerlas el ajedrecista humanoide.

El profesor Wiener, por otra parte, estuvo de acuerdo con la observación que las máquinas jugadoras se atienen a un sistema, a unas reglas de juego determinadas y, por consiguiente, a específicas y limitadas soluciones fijadas por el hombre, lo cual quiere decir que todas las jugadas podrían preverse y, teóricamente, lo fueron por quien inventó el juego.

En el caso de los creadores de los Lingodroids son muchas las mentes pensantes y las posibilidades de juego que ofrece la lingüística infinitas, solo en materia de comunicación las soluciones pueden ir surgiendo con el progreso de diversas disciplinas. Y pueden muy bien servir a la humanidad en el campo de la salud, con ideas nuevas

 

 

 


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