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Propiedad intelectual en Chile

27/02/2010 15:00 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

“Chile en lista roja. Catalogado por Estados Unidos como uno de los países que no protege su propiedad intelectual

Figura por cuarto año consecutivo en el desprestigiado listado”. Siendo esta noticia solo la punta del iceberg. Acá en Curicó, se decomisaron más de 3500 discos compactos, pirateados, un ejemplo demasiado cercano.

Vergonzoso, el hurto de “software intelectual”. A pesar de esta disculpa, que quien te imita o te copia, te halaga. En realidad alude a la carencia de creatividad, a no buscar dentro de cada cual, esa forma única, especial e irrepetible de decir, de nombrar, o de interpretar. Ya que las obras, sin importar su naturaleza, nacen de la experiencia y vivencias muy personales, conceptos acuñados en un mundo interior que salen a la luz según la vibración del espíritu. De ahí, que para comunicar a través de la creación, necesariamente, primero debemos sentir. Y no es algo que se propongan los autores. Es un proceso derivado de la capacidad de canalizar nuestras emociones, porque el contenerlas, sin exagerar, se vuelve autodestructivo, pues en la personalidad artista y sensible, todo es exacerbado; los sentimientos carecen de límites y simplemente se desbordan.

Así los medios de comunicación nos informan de funestos desenlaces, tan extremos, como el suicidio. Nos conmovió en alguna oportunidad la inesperada decisión de la sensible Violeta Parra, y el año pasado, el suicidio del jugador de fútbol Robert Enke, y recientemente, el famoso diseñador de modas Alexander Mcqueen, destaca, por esta trágica decisión: el suicidio. Talentos muy diferentes, pero que al comunicar, nos enriquecían con sus almas grandes, en toda la extensión de la palabra.

Aún nos conmueve Ludwig Van Beethoven con su sinfonía, Claro de Luna. Nos llena de nostalgia, Neruda, en su poema 20, cuando nos dice “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”. ¿Cómo decir algo que no hemos sentido? ¿Cómo expresar si no hemos vivido? Y quienes han escrito poemas, saben, que hay un instante en que se vuelve imperativo vaciar aquello que va ocupando demasiado espacio dentro del espíritu, a modo de que no les superen las emociones. Y quien copia o imita, desconoce estos procesos.

La ley Nº 17.336 sobre los Derechos de autor protege a la Propiedad Intelectual en nuestro país; y el Convenio universal sobre el derecho de autor, Convenio de Berna, y Convención interamericana sobre derecho de autor, protegen la propiedad intelectual en el resto del mundo. Los derechos de autor nos hablan sobre los derechos morales que todo autor tiene sobre su obra: Reconocimiento a la paternidad de ella. Y los derechos patrimoniales, a pesar de ese adagio “por amor al arte”. Y no es justo que los autores no reciban los frutos económicos derivados de sus talentos.

Desde la perspectiva del autor, no se dimensiona el cómo se llega a las masas, el influir, y convertirse en un referente, no se dimensiona hasta el momento en que, de forma no autorizada, se reproduce y vende todo tipo de obras. La idiosincrasia chilena da para estas tendencias, bastante falta de sello personal. Todos poseemos un estilo, solo debemos decir, hacer o comunicar, como nos nace hacerlo: auténticos, sin recordar a nadie más que a nosotros mismos.

Orgullosos, quienes han logrado ser constantes y cultivarse. Ser reconocidos, porque aunque no se mencionen sus nombres, siempre van implícitos en sus creaciones. Basta con mirar para reconocer la pincelada de Pedro Olmos, y nos basta leer para reconocer a Gabriela Mistral, y nos basta escuchar para reconocer la música de Antonio Vivaldi, y que pena, por nosotros, que por unos cuantos coterráneos dedicados al lucrativo negocio del “comercio pirata”, deba el país de Chile ser señalado frente a la opinión internacional, como país en lista roja por esta problemática.

En lo personal, haya sido debidamente inscrita una obra en el registro de propiedad intelectual, y pagado el correspondiente impuesto que nos exige este trámite, o no; siempre está esa verdad inalienable: LAS OBRAS solo existen porque las conciben los autores; sin artistas no hay creación. Ellos, a veces, incomprendidos, de procesos solitarios y emocionales, son los precisos pilares y medios por los que la sociedad puede ser mejor.

Nos heredan sus ideales, su humanidad, su altitud de espíritu. Es una contradicción, decirlo, pero son modelos a seguir, íconos hacia los cuales vale la pena mirar, y aprender. Conversar con ellos a través de su legado realmente nos enriquece. Sinceramente, a veces me sorprendo hablando con Leonardo Da Vinci, sobre su singular forma de ver las cosas, y hablamos de todo, pero no concibo el copiarle, y menos aún, uno de estos días, confesarle: Disculpe… Sr. Da Vinci… le copié su obra.

CONSTANZA ARTIZ


Sobre esta noticia

Autor:
Cronicacurico (10 noticias)
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Nota de prensa
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