Patricio Nahuel Becerra se había ofrecido a devolver unas sillas que habían utilizado en la fiesta de una amiga, la noche del domingo en calle Buenos Aires.

Alcanzó a caminar unos metros, cuando sintió el primer balazo de varios que salían desde una camioneta roja. Inmediatamente reaccionó y miró de reojo a su amiga que se encontraba en la línea de fuego.

Sin dudarlo, Patricio tomó a su amiga del brazo y en milésimas de segundo, lanzó a la muchacha al suelo para que se cubriera.

Él no alcanzó a tocar el pavimento. La bala que se dirigía a la muchacha, terminó ingresando por la parte alta de su nariz, alojándose en la parte anterior del cráneo.

El proyectil le había despedazado la cabeza a Patricio y a las pocas horas terminó por quitarle la vida en la unidad de cirugía del Hospital Regional.

Disputas

El incidente que le costó la vida a Patricio ese domingo había comenzado menos de 12 horas antes, en la entrada de la Discoteque “Ballarta”, sector sur de Antofagasta.

Ahí, debido a disputas territoriales, dos bandas se habían enfrentado con armas de fuego, en el estacionamiento del centro nocturno. Según testigos, los sujetos se dispararon varias veces entre sí.

Sin embargo, no se encontró rastro alguno de proyectiles, por lo que se estima que ambas bandas habrían utilizado balas de fogueo.

Patricio Nahuel Becerra se había ofrecido a devolver unas sillas que habían utilizado en la fiesta de una amiga, la noche del domingo en calle Buenos Aires

Menos de 12 horas después, las balas de salva eran reemplazadas por 9 milímetros. Al interior de la camioneta del “Nanito”, éste y el “Molicho” dieron rienda suelta a todo el poder de sus armas acribillando la calle Buenos Aires que en cuestión de segundos se vació tal como el cargador de su arma.

En el piso, Patricio convulsionaba con la bala alojada en su cerebro y los vecinos y amigos trataban de contrarrestar una herida que ya lo había sentenciado de muerte.

En la oscura noche, ambos delincuentes se perdieron entre las calles de esta disputada población. Los “Lima” habían dado el primer golpe y desde ese momento se iniciaba una cacería que duró dos días.

La misma Brigada de Homicidios de la PDI, dio con el autor del disparo: se trataba de Mauricio Alcides Cabrera Zamora, de 20 años, el mismo sujeto que hace 24 meses había matado de otro disparo al ingeniero David Alejandro Villarroel Miranda (ver nota secundaria).

Este asesino estaba pagando condena por ese crimen en “libertad vigilada”, otorgada por el Tribunal en virtud de que no tenía antecedentes previos y que al momento del brutal crimen era un menor de edad.