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Hace dos años que cumplió los 23 y acaba de quitar un banderín que adornaba la pared de su habitación. Era el último recuerdo material que le quedaba de aquel Lanzarote-Castilla. Su sueño se rompió, el tiempo había vencido y la realidad le había traicionado. La blanca pared tornada ocre por la tibia claridad, apenas deja ver las marcas de adhesivo que en otro tiempo sustentó el mural de una juventud marcada por el fútbol. Ya no queda ningún póster, ni caras burlescas a la cámara mientras sujetaba el trofeo con sus manos, ni aquella imagen estrechando la mano del presidente. Todas las fotos están arrugadas por el paso de los meses. Ya no hay esperanza, todos los recuerdos se guardan en el cajón de un viejo armario. Es muy tarde para alimentarse de sus sueños, pues los sueños hoy en día son escasos en un lugar donde solo mora una verdad. Resulta bastante doloroso contemplar la crueldad con que Mourinho ha tratado en la última semana a la parte más frágil del Real Madrid, sus canteranos. Es evidente que todos los futbolistas no llevan escrito en la frente la palabra "éxito", es más, son relativamente pocos los que finalmente consiguen triunfar en el equipo de sus sueños. Hay pocos profetas en tierra natal y hay un profeta que dista sentencia allá por donde va. Tanta crueldad no era necesaria, pues la verdad puede encontrar su propia morfina cuando se manifiesta de forma suave y limpia. Se olvidó su dosis sibilina. El técnico portugués nunca habla claro del Barcelona o de los árbitros por ser la parte fuerte, sin embargo no ha encontrado ningún solo reparo en apalear con saña a los canteranos habidos y presentes del Real Madrid. No vio el cartel de "muy frágil" en la solapa de la caja a la que acababa de lanzarle la patada. Esos chicos no se alimentan de sus cuentas corrientes, no tienen egos estampados en una camiseta, ni prensa condescendiente; no pueden apoyarse en su historia o en su experiencia; porque esos chicos solo cuentan con esperanza y con unos cuantos sueños balanceados por los caprichos de la suerte. Mourinho debió ser más sensible antes de meter su mano en el bolsillo, sacar un papel arrugado con datos transcritos de un artículo periodístico y manchar el orgullo de antiguos jugadores madridistas marcados por el fracaso. Todos sabemos que ellos no lo lograron, pero merecen el máximo respeto por el mero hecho de haberlo intentado, pues el propio Mourinho lo intentó como futbolista y tampoco lo logró. El orgullo traicionado por la culpa y la impotencia de no esperar ninguna disculpa. El orgullo de ser canterano madridista derrotado por la espada dialéctica del reparto de culpas. El peso en el corazón de no ser lo suficientemente bueno o la impotencia de no poder demostrarlo como podría hacerlo un espontáneo en mitad de las Ventas en pleno San Isidro. El Real Madrid es para las mejores estrellas y la cantera no es para viejos. Lo dice Arbeloa, lateral limitado, pero el mejor empleado del mundo. La falta de sentido común del técnico portugués le privó del tacto necesario con los canteranos madridistas y del gusto mínimo con Alberto Toril, su entrenador. De lo genérico a lo individual y de lo material a lo personal. Mourinho ya no intenta ocultar sus debilidades utilizando instituciones como la Uefa o entes compuestos como los arbitrajes. Ahora utiliza personas. No juega con canteranos porque son muy malos y poco útiles, porque así los ha hecho su entrenador que también queda encuadrado en la categoría de inútil a los ojos de Mou. Demasiada incoherencia y crueldad innecesaria para una fisura que podría haber sido cerrada con una sencilla verdad: El Real Madrid no utiliza canteranos porque no los necesita, no es su filosofía y no pretende que lo sea. El Real Madrid de Florentino Pérez, que comparte el mismo fondo que Mourinho pero se aleja de sus formas, se cimenta única y exclusivamente en no aceptar ninguna fragilidad y embadurnar la realidad con mentiras de consumo interno y mensajes para miopes. El único sentido que el Real Madrid da a su equipo filial es mantener el mayor tiempo posible en los medios de comunicación el absurdo debate de que su cantera, pasando sus peores momentos, es tan buena como la blaugrana en los mejores. Es un mensaje tan absurdo como reales son las opciones de que el Barcelona sea favorito en una final de Champions utilizando once canteranos contra cualquier equipo. El problema de las pretensiones de Florentino Pérez empieza cuando sus intereses generales se cruzan con lo particulares de Mourinho. Pues el técnico de Setúbal ha rasgado la cortina de humo extendida por su presidente en una sola rueda de prensa montada con la única obsesión de limpiar su propia reputación. Mourinho no solo le ha llamado jarrón chino a la sopera del presidente, sino que, muy en su estilo, le ha dado un codazo y la ha fragmentado en mil pedazos bajo la atenta mirada de todo el madridismo. Mientras Florentino se afanaba en esconder la mancha del Castilla bajo su gestión, Mourinho la exhibe eludiendo su responsabilidad. Presidente y entrenador quieren mostrarse perfectos, pero en la imperfección del presidente haya Mourinho su perfección. El resultado es claro: La fábrica era un decorado escaparate navideño, y el mirlo blanco un pájaro herido. Se acabó el debate y comienza el período de reflexión. Muerta una mentira es el momento de reanimar otras. Mourinho basa sus teorías contra Toril en el simple hecho de que el entrenador cordobés utiliza planteamientos diferentes a los del primer equipo. Posiciones diferentes y alineaciones incoherentes, si no juega a la contra o si abusa del pase corto. Mientras tanto, Toril respeta a Mourinho por ser un superior y no por darle la razón. Antes de responder por el estilo del Castilla, sería conveniente preguntarse por el de Mourinho y el Madrid. Pues si Mourinho pide mimetismo en su filial, ya lo tiene, no necesita reflexionar más, porque Toril ha puesto en práctica el único estilo del que Mourinho puede alardear. Sencillamente, el técnico cordobés ha puesto en marcha el estilo de "ganar".