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Cuando la fe en el marxismo falla incluso en China

25/04/2018 19:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Muchos funcionarios del partido comunista recurren a prácticas como la adivinación o el uso de amuletos en un intento de evadir su expulsión por corrupción

Por: Annie Wu

La Gran Época, EE.UU.

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Muchos funcionarios chinos corruptos para escapar de su destino oran a las deidades autóctonas. (Foto: Pixabay)

El partido comunista de China es una organización atea, una dictadura orwelliana que controla a sus ciudadanos, les imponen que pueden creer y que no. Sin embargo, muchos funcionarios del partido comunista recurren a prácticas ocultas que en Occidente llaman superstición: la adivinación, la predicción de la suerte y prácticas de diversos tipos. Todo en un intento de evadir su destino.

Minzhou Wei, secretario del Partido Comunista en la ciudad de Xi’an, al saber que estaba en problemas cuando sus superiores lo llamaran para una ‘entrevista’, inmediatamente consultó a un adivino que le aconsejó sembrar una planta de bambú frente a su casa.

El caracter chino para ‘bambú’ suena como la palabra ‘stop’, el presunto acto propicia detener la investigación contra la corrupción abrumadora de Wei, pero no le funcionó. En agosto de 2017,  fue expulsado del partido comunista por soborno y ahora está en espera de juicio.

Desde que Xi Jinping comenzó la versión china de manos limpias, casos como el de Wei son muchos.

El PCCh prohíbe a sus miembros creer en todas las prácticas que (a su entera discreción) define como “supersticiosas”. Además el ateísmo estructural innato en el comunismo, esta línea particularmente dura contra lo espiritual, se origina en la Revolución Cultural de Mao Zedong de los años 60 y 70.

El objetivo del entonces dictador era erradicar la fe tradicional y las costumbres que estaban enraizadas en las antiguas religiones tradicionales del budismo, taoísmo y confucianismo. Es la infame campaña para destruir y “erradicar” a los Cuatro Viejos de la mente de las personas: viejas ideas, vieja cultura, viejas costumbres y viejos hábitos.

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Chinos queman varitas de incienso durante el Festival de Medio Otoño en el Templo Jing’an en Shanghái el 4 de octubre de 2017. (Foto: Chandan Khanna / AFP / Getty Images)

 

En todos los rincones de China, los templos budistas, las estatuas religiosas, los monasterios taoístas y los sitios arqueológicos de inmensa importancia histórica y cultural fueron saqueados y destruidos por completo durante el régimen de Mao.

A pesar de este trastorno traumático y violento de las creencias espirituales, lo divino está profundamente arraigado en el pueblo chino. Esto se demuestra claramente por el hecho de que altos funcionarios del partido, a pesar de las reglas, aun recurren a Budas, Dioses y espíritus en tiempos de necesidad. Emblemática en este sentido es la acusación de “actividades supersticiosas” en la lista de acusaciones imputadas al ex gobernador de Liaoning, Liu Qiang, purgado por el partido tras la investigación de manos limpias de Xi Jinping.

En resumen, los crímenes de corrupción y soborno no son los únicos en ser impugnados: el perfil social en Wechat del Beijing Daily (uno de los diversos órganos de propaganda del PCCh) ha publicado repetidas noticias de funcionarios del partido sujetos a acciones disciplinarias por “creencias supersticiosas”.

Escape del destino

Desde el comienzo de la campaña anticorrupción (iniciada por el XVIII Congreso Nacional del PCCh en 2012), todas las noventa piezas del partido viven con el temor a caer de un día para otro en desgracia, y buscan desesperadamente la protección de las deidades.

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Gu Junshan. (Foto: Captura de pantalla / Chinanews.com)

Cuando, por ejemplo, el ex jefe del Departamento de Logística del Ejército, Gu Junshan, fue detenido e interrogado por corrupción, encontraron una espada de madera de durazno en su bolsillo (de acuerdo a la religión taoísta, un arma contra los demonios). La espada de durazno no tuvo el efecto deseado: Gu Junshan fue condenado a muerte pero le dieron el indulto en 2015.

Sin embargo, circulan muchos otros sorprendentes detalles de la alta dirigencia del PCCh, desesperados y convencidos de que otras fuerzas poderosas tienen el control de su destino. Uno de ellos fue el muy poderoso Zhou Yongkang.

Durante la década de 1990, el infame Zhou Yongkang (el antiguo zar de la Seguridad Nacional que cayó en desgracia) una vez invitó a un monje a leer su rostro, para intentar una especie de análisis fisonómico y predecir su futuro. Las evaluaciones del monje le dijeron que sus perspectivas eran “buenas”, pero que para avanzar en su carrera tenía que construir un cementerio familiar digno de su linaje. Al escuchar esto, Zhou de inmediato le pidió a su hermano hacer lo que el monje había ordenado, contratara a un monje de la ciudad de Wuxi, donde estaban ubicadas las tumbas y llevara a cabo ritos budistas.

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Zhou Yongkang en la sesión de apertura de la Asamblea Popular Nacional (APN) el 5 de marzo de 2012. (Liu Jin / AFP / Getty Images)

Durante la siguiente década, Zhou Yongkang se convirtió efectivamente en el más poderoso de los principales dirigentes del Comité Permanente del Politburó.

Pero en el otoño de 2009, la familia Zhou descubrió que alguien había cavado un agujero en su tumba ancestral, un acto inequívoco de profanación. El alto funcionario del PCCh (a pesar de las estrictas normas de rechazo en las creencias supersticiosas tan anunciadas por el partido) movilizó a las fuerzas policiacas de las provincias de Wuxi, Shanghái y Jiangsu (llegando a implicar al Ministerio de Seguridad Pública) para encontrar al culpable. Todo sin éxito.

En 2012, Zhou Yongkang cayó en desgracia en el caso de los altos funcionarios del PCCh Wang Lijun y Bo Xilai, condenados por crímenes muy graves en los que incluso Zhou estaba involucrado. En 2015, Zhou Yongkang fue condenado a cadena perpetua.

Un aliado de Zhou, suplente del secretario del partido de Sichuan, Li Chuncheng, fue castigado por usar fondos públicos para trasladar una tumba ancestral ubicada en Dujiangyan (norte de China) hasta cerca de la ciudad de Chengdu (suroeste), por sugerencia de un maestro taoísta de feng shui. Usó 10 millones de yuanes en este proyecto (1 millón 600 mil dólares).

Zhou Yongkang estuvo vinculado al ex líder del PCCh, Jiang Zemin (perteneciente a una facción opuesta a la de Xi Jinping), quien fue el primero en buscar el consejo de un conocido maestro de qi-gong llamado Wang Lin, de quien se dice tiene poderes sobrenaturales.

Wang aconsejó a muchos funcionarios de la facción de Jiang cómo mejorar sus fortunas. Wang le dijo una vez al ex ministro de ferrocarriles,  Liu Zhijun,  que si colocaba una piedra de montaña en su oficina, nunca caería en desgracia. Desafortunadamente, en 2013, fue acusado de soborno y sentenciado a muerte con indulto.

A fin de cuentas, hasta al jefe absoluto del PCCh se le olvida ser ateo

De hecho, incluso el ex líder del PCCh, el implacable Jiang Zemin, estaba aterrado por la retribución, que sabe le espera por los crímenes cometidos. De hecho,  Open Magazine de Hong Kong, reporta que en el 2001, Jiang había rogado a la Bodhisattva Ksitigarbha la salvación. Este tirano brutal y sanguinario –conocido por estar privado de todo sentido moral– a pesar de ser el hombre más poderoso de China, se acercó a una monja de Pekín para obtener una copia del “Sutra del Bodhisattva Ksitigarbha”, libro que copió a mano (en el budismo, se considera un acto de mérito y devoción).

Si uno mira el mal que Jiang ha causado, no hay nada de sorprendente en perseguir trucos de todo tipo para comprar la salvación.

Entre sus numerosos crímenes, destaca especialmente el haber querido, organizar y ordenar personalmente en 1999 la persecución de la disciplina espiritual de Falun Gong. Un completo y complejo aparato de persecución que sigue funcionando (Xi Jinping, aunque no está involucrado personalmente, no ha logrado que termine), arrestando y encarcelando ilegalmente a practicantes de Falun Gong sin un juicio. Seres humanos que sufren violencia y tortura de todo tipo, generalmente perdiendo la vida.

Cuando no sufren ese destino, los practicantes de Falun Gong son seleccionados para el tráfico internacional de trasplantes de órganos humanos, muy lucrativo para el poderoso clan de Jiang Zemin. Examinados oportunamente al momento de su arresto, al momento de aparecer un cliente (chino o extranjero) que necesite un nuevo corazón, matan al practicante de un disparo. Si por otro lado, es un riñón o una córnea, tienen la ‘esperanza’ de someterse a la extracción forzada de su órgano sin ser asesinados previamente.

Tratamiento que los seguidores de esta práctica espiritual podrían evitar, con la condición de firmar, al momento del arresto, un documento de ‘arrepentimiento’ y de abjurar de su propia fe. Pero, como lo demuestra la historia del cristianismo primitivo, los que cultivan sinceramente una verdadera creencia espiritual, por lo general no dudan en elegir la tortura y la muerte, en lugar de traicionarse a sí mismos y a Dios.

Este artículo contó con la contribución de Zhang Dun, Emiliano Serra y Lucía Aragón

Artículo en inglés: Atheist Chinese Officials Turn to the Supernatural During Desperate Times

Traducción de Lucía Aragón

 


Sobre esta noticia

Autor:
Lucia Aragón (1263 noticias)
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Reportaje
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