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Ambrosia Rosario, sus hijas y sus nietos han caído en cama adoloridos por el chicunguña, un virus que ha enfermado este año a casi medio millón de personas en la caribeña República Dominicana, donde los temores mundiales que despierta el ébola son cosa lejana.
La media isla del Caribe --compartida con Haití-- ha reportado dos tercios del total de 748.000 casos detectados en América por la Organización Panamericana de la Salud.
"Hasta al niño de seis meses le dio", cuenta Rosario con asombro en su casa en un sector marginal de Santo Domingo, la capital dominicana.
El primer síntoma fue un fuerte dolor en todo el cuerpo y luego comenzó la fiebre, narró la empleada doméstica de 56 años. "Uno siente que se le van a partir los huesos en las coyunturas. Eso es lo peor que ha venido aquí".
También es común el rash o irritación de la piel, pero el efecto más impactante de "la enfermedad del hombre encorvado" ?significado de chicunguña en lengua de origen makonde? son los dolores, que obligan a estar en reposo por varios días.
Desde febrero de este año se han presentado 498.916 casos sospechosos, publicó el miércoles el Ministerio de Salud Pública, con datos actualizados al 9 de octubre. Sin embargo, los diagnósticos confirmados son apenas 84.
El país no cuenta con laboratorios que detecten la chicunguña y por tanto debe enviar las pruebas a Atlanta, al Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos, un procedimiento que resultaría muy costoso si lo aplica a cada caso sospechoso.
La enfermedad, transmitida por la picada de los mosquitos Aedes aegypti ?el mismo que transmite el dengue? y Aedes albopictus y presente en República Dominicana desde febrero de 2014, ha abarrotado las emergencias de hospitales y clínicas privadas y ha obligado a las autoridades sanitarias a habilitar áreas especiales para el tratamiento, así como a desarrollar campañas preventivas y de orientación.
Aunque estas acciones han disminuido y otros temas ocupan la opinión pública, como el temor a la eventual llegada del ébola al país, el ministerio mantiene programas educativos para orientar a la población a que evite los potenciales criaderos del mosquito.
A pesar de los dolores y la fiebre, Rosario y su familia no acudieron al médico en busca de un tratamiento. De hecho, algunas autoridades sanitarias estiman que existe un subregistro en las estadísticas oficiales, aunque también la frecuencia ha descendido.
Rosángel Simonó, médico del hospital Luis Eduardo Aybar, que llegó a atender 10.245 casos sospechosos desde abril a septiembre, confirma con el libro de ingresos en sus manos, que a ese centro llegan tres o cuatro casos al día.
"Hay un subregistro muy grande porque la gente se trata en su casa", asegura a la AFP la epidemióloga Mercedes Castro, del mismo centro de salud, quien resalta la tendencia de los pacientes por la automedicación.
En el hospital Francisco Moscoso Puello, su director Roberto Lafontaine también considera que muchos con síntomas sospechosos se tratan en el hogar. Además del acetaminofén, recomendado por los médicos para evitar la hemorragia en caso de que se trate de dengue, la gente usa otros medicamentos contra el dolor, así como remedios caseros.
?Lo mejor para eso es la hoja de anamú" preparada como infusión, dice Rosario. "Eso lo quita de una vez?, asegura tras haberse recuperado en casa.