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El actor de Nahuelqueo y City, que escribe, dirige y actúa sus montajes, es el último fenómeno de la escena local
Una noche del último año del siglo XX. Dos hombres caminan por calle Morandé hacia Alameda. Pasan frente al Teatro Nacional y uno le dice al otro: "Aquí se estrenan las obras. Podís darlas después en cualquier lugar, pero ésta es la sala". Es Rodrigo Marquet, director del montaje AM, quien moriría poco después por su adicción al alcohol. La frase le quedó grabada a Lalo Prieto. Y desde entonces soñó debutar en el teatro con más tradición del país.
Formado en el teatro callejero, Lalo Prieto está a punto de cumplir su sueño: el próximo jueves estrena su nueva obra, Sottovoce, en la sala de la Universidad de Chile. "Estoy cumpliendo algo con mi maestro", dice Prieto, convertido en el último fenómeno de la escena nacional.
Demoró 10 años en lograrlo. Entre tanto saltó de la calle al escenario y del under a la onda. Con Nahuelqueo y City, monólogos escritos, dirigidos y actuados por él mismo, Prieto se puso de moda. Sus obras cruzan la urgencia del callejero con la estética de Tarantino y un relato fragmentado: parecen salidas de una sala de montaje. De Alberto Fuguet a Nicolás López, cineastas y actores se hicieron sus fans. "Prieto es teatro para los que odian el teatro", escribió el autor de Mala onda, quien lo fichó para su cinta Velódromo.
Fan de Pulp fiction y Los Soprano, de The Wire y Embriagado de amor, los referentes de Prieto están en el cine y la TV. Rechazado en la Escuela de Gustavo Meza, duró un semestre en la de Pato Achurra. Audicionó entonces con Rodrigo Marquet y actuó en su obra AM. Después se lanzó a la calle.
Recorrió Chile en un Peugeot viejo. Tenía facilidad para inventar historias y contarlas como si fueran una película. Así, nació Nahuelqueo, la historia de un asesino en serie. Armado sólo de una sierra, debutó con ella en el Festival de la Patogallina en 2002. Juan Carlos Zagall, de La Troppa, lo vio y decidió apoyarlo.
Una noche del último año del siglo XX. Dos hombres caminan por calle Morandé hacia Alameda. Pasan frente al Teatro Nacional
Nahuelqueo creció: se transformó en una obra donde Prieto hacía 17 personajes y repartía energía como Dragon Ball Z. Fue invitado a un festival en México y al off de Avignon. En Francia comenzó a escribir City, otro unipersonal donde hacía varios personajes: una cruza de Manhattan y Sin City que consolidó su éxito, con temporadas en Teatro Mori y el Parque Arauco.
Debutó como guionista en Vía X con Comedor de diario, cambió el Peugeot por un Audi y estrenó su siguiente pieza, 14 de febrero, a mediados de año en el salón Cienfuegos. Allí carreteó con los ingleses de Radiohead después de su último concierto.
"Aquí está la historia. Aquí estrenaba Víctor Jara", dice ahora, entre las butacas del Teatro Nacional. En Sottovoce comparte escena por primera vez. Con Loreto González interpreta la historia de dos actores. "Ella quiere volver a actuar después de años lejos del teatro. Y él es un director que lleva 15 años y quiere retirarse. Siente que el teatro se llenó de mercenarios. Se conocen, deciden hacer una obra y comienza a correr una historia entre ellos", cuenta. La puesta en escena es mínima: una banca y una pantalla donde proyectará los distintos ambientes en que transcurre la obra. "Será como ver una película", adelanta, con banda sonora de la escena chilena emergente: CHC, Fernando Milagros y Camila Moreno.
Por primera vez, además, no matará a nadie en escena. "Es romántica, pero tiene humor y violencia. Si fuera una película, sería como Notting Hill (con Julia Roberts y Hugh Grant) pero filmada por Tarantino", asegura.