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Desde el inicio de la pandemia se han sucedido un rosario de de novedades en las vidas de los ciudadanos del planeta Tierra, sin dejar de sorprender día tras día a todos y cada uno de ellos con nuevas y maravillosas revelaciones bíblicas
La guasa tiene sentido cuando se escuchan las conversaciones callejeras, los comentarios en las redes sociales y los sorprendentes artículos de los medios de comunicación de masas.
La carrera por lograr una vacuna cuanto antes y a cualquier precio ha desatado la avaricia de las multinacionales y el ingenio de algunos gobiernos por presentarse ante la opinión pública como los adalides de la lucha por vencer a la pandemia.
Pero la realidad es muy distinta, la realidad es que gobiernos y multinacionales obran de forma irresponsable y oportunista, sin el menor escrúpulo y haciendo daño a los inocentes ciudadanos que ven como día a día muere más gente, creando una angustia permanente y el temor a la muerte.
Cuando algo como un virus es invisible y se transporta por el aire, que también es invisible, produce mayor desasosiego si cabe; es como dios, es invisible y está en todas partes, dispuesto a repartir justicia en cualquier momento y contra cualquier pecador.
Es una plaga divina sacada de la Biblia, es justo aquello que tanto han pregonado los judíos desde el invento de Moisés contra Ramsés, es una fábula perversa con la que se siembra el miedo a lo desconocido, a lo invisible, a lo que no es tangible hasta que te toca y te hiere de muerte.
Para unos lo mejor es negarlo como hacen los avestruces, hundiendo la cabeza bajo la tierra, para otros lo mejor es no salir de casa y alejarse de los vecinos, los conciudadanos… esos apestados en potencia, pecadores probablemente o infieles no creyentes.
Al que no se le conoce se le teme como a la verdad desconocida, es el fiel de la ignorancia, sobre el que cuelgan las dudas a la espera de ser pesadas.
Pero mientras tanto las dudas asaltan la mente desconcertada, perdida en un laberinto de explicaciones que no sólo no aclaran, sino que confunden cada día más a las masas de asustados ciudadanos que terminan por no creer en nada y acogerse a la voluntad de los dioses invisibles como el virus.
Cada país tiene un discurso distinto frente a la pandemia, cada ciudad adopta unas medidas distintas, cada individuo tiene una teoría propia respecto al virus y su contagio, como si habitáramos la Torre de Babel.
Parece que es más importante ganar elecciones que vencer al virus
Esto se ha convertido en: cada uno cree en dios a su manera y esto del virus no lo entienden ni ellos, así que estamos en las manos de dios.
El capitalismo occidental no atina a dar una respuesta, mientras la China capitalista de partido único, superó la pandemia y sigue creciendo económicamente y esto es lo que no saben o no quieren explicarle a las masas.
El centralismo democrático del partido único y el capitalismo de Estado, es más eficiente que el libre mercado y la pluralidad democrática, que genera caos y más muertos.
Así las cosas ábrase el debate o váyanse al rincón de pensar, porque de lo contrario, sólo les queda el rezar de rodillas y pedir perdón por tantos muertos, cosa que no harán ninguno de ellos y ellas, porque gobernar sale gratis y se gana mucho dinero sin rendir cuentas al electorado.
Otro gallo cantaría si se fusilara o se pasara por la guillotina de vez en cuando a uno que otro gobernante inepto.
Bromas aparte, lo más lamentable es que crezca el número de muertes día a día, mientras los gobiernos se limitan a dar esperanzas con la llegada de una vacuna, cara y con efectos secundarios que no es eficaz al 100% y que está en manos de monopolios económicos extranjeros, sin garantía alguna de que eso acabará con la pandemia.
Cuando de lo que se trata es de cambiar los hábitos y costumbres de la sociedad y reconducirlos seriamente frente a la pandemia, empezando por la burocracia y el funcionariado, las inversiones serias en sanidad y educación, que es donde más se han hecho notar las consecuencias.
No valen paños calientes y el a ver si escapamos sin inventar nada nuevo, para que cuando llegue otra, probablemente sea de peores consecuencias y termine por destruir la economía, que va a quedar muy tocada después de esta.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro