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Hoy necesito escribir sobre la sensación de injusticia que siento por las personas de la, comúnmente denominada, "tercera edad"
"Viej@...mi querid@ viej@"
Te has pasado toda la vida luchando por sacar a tu familia adelante; te has sacrificado hasta lo indecible para que nada le faltara a tus hijos y, ahora que ya no puedes valerte por ti mism@, aquellos por los que te dejaste la piel en el camino, y cuyas necesidades siempre pusiste por delante de las tuyas, esos que llevan el apellido que tú les diste, y cuyos logros fueron alcanzados en parte gracias a ti…sí estoy hablando de tus hij@s, pues bien como ahora tú les estorbas para continuar con sus actividades cotidianas, van y te ingresan en una residencia de ancianos, pero lo peor no es eso, ya que por lo menos ahí estarás acompañad@ de otr@s que comparten tu misma suerte, si no que con el pasar de los días empiezan a olvidarse de ti y ya ni siquiera te visitan.
Uno se pasa la vida luchando y trabajando para sobrevivir y sacar adelante a su familia, con todas las penurias, esfuerzos y sacrificios que esto conlleva para la gran mayoría de las personas. Pues bien, no creo que sea justo que en la recta final de nuestras vidas, cuando más deberíamos de disfrutar de esos años sin responsabilidades, rodeados de nuestros hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos, sea cuando tenemos más achaques, tanto en el aspecto físico como mental; razón por la cual muchos ancianos son ingresados en residencias por sus familiares.
Es muy triste ver cómo van perdiendo la memoria quienes, unos años atrás, pensaban y coordinaban perfectamente. Desconozco lo que pasará por sus mentes en los largos ratos que l@s veo pensativ@s; tal vez se alimenten de los pocos recuerdos que les van quedando en su cerebro o, por el contrario, estén tratando de entender porqué sus pensamientos ya no se coordinan como antes, y eso probablemente l@s confunda aún más.
Sería muy injusto no devolver a las personas mayores el afecto, el cariño y la protección, que ellos siempre nos dieron cuando nos criaron
En mi reflexión de hoy, no quiero entrar en detalles sobre la decadencia física hacia la que todos los humanos avanzamos sin poderlo evitar. Lo que sí me gustaría saber es lo que piensan esas personas que, por su avanzada edad, ya no pueden valerse por sí mismas y necesitan la ayuda de los demás incluso para hacer tareas tan simples como incorporarse de la cama o caminar. Me imagino que en más de una ocasión, ellos mismos pensarán que son un estorbo, al darse cuenta de que ya no pueden realizar ni siquiera las actividades más sencillas.
Y es ahí cuando sus familiares y el resto de la sociedad, debemos demostrarles nuestro afecto y apoyo para que no piensen, ni por un instante, que son una carga para los demás. Sin nuestros mayores, nunca hubiésemos llegado a donde cada uno de nosotros nos encontramos ahora y sería muy injusto no devolverles el afecto, el cariño y la protección que ellos siempre nos dieron cuando nos criaron. De lo contrario, estaríamos hablando de una enorme “ingratitud” hacia quienes tanto se sacrificaron por sacarnos adelante.