Putín acaba de tomar la peor decisión de su vida, con la ambición por encima de sus posibilidades arremete desafiante ante el mundo, aunque para ese objetivo pueda desatar una guerra mundial. Es que la ambición de poder puede más que todo, más que las riquezas, más que la pasión. 

El hombre se embebió de poder porque en su país le dieron votos de confianza ¿Pero, se preguntará este pobre hombre, si el pueblo de Rusia, que ya derramó tanta sangre, le otorgará el mismo voto de confianza para desatar una catástrofe mundial y la destrucción de Rusia?

Por algo la constitución de los países democráticos no permite extender más de cuatro años, y a lo sumo un segundo mandato, el poder que se le da a un gobierno porque más de eso hace que la perpetuidad en el mando convierta a un presidente elegido en un tirano.

Este señor prometió volver a reconstruir la URSS, Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, y seguramente esta experimentando con un primer paso con esta decisión de invadir Ucrania, pero se olvida que aún no es la URSS, y aún mucho más olvida. Olvida que la mencionada sigla se convirtió en lo que fue mediante muchos baños de sangre y peor aún, la sangre de su propia gente. La tortura, la degradación y opresión que recibieron los rusos por muchas décadas.

Este señor que pintaba un mundo de color organizando un mundial, mostrándose al mundo como un hombre de paz, hoy saca a relucir sus colmillos y arremete contra un pueblo castigado por tanto dolor, cuya única desgracia fue existir limitando junto a un territorio bolchevique donde vez tras vez corre el riesgo de ser invadido por tiranos enceguecidos como Putín. Quienes creen que sinónimo de poder es extender sus dominios y aplastar pueblos. Haciendo alarde de gran ejército como en épocas de la antigüedad cuando los persas o los árabes llenaban la tierra con sus tropas armadas.

Fácil es ser poderoso ante el desguarnecido, ante el débil, pero la cosa se complica cuando enfrente te ponen ejércitos con mejores artillerías y donde no le queda otra que arremeter o suicidarse. La conclusión de un pobre infeliz que quiso por un momento sentirse dueño del mundo.

Carlos Polleé