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“¿De qué cosas puede hablar una con más propiedad que de aquellas que ha experimentado?”, dice esta ganadora del reciente Festival Internacional de Documentales
por: PÍA RAJEVIC/ FOTOS: ALEJANDRA GONZÁLEZ Comentarios: 1 "¿Qué más raro que llamarse Tiziana Panizza Montanari?”, se pregunta esta mujer al intentar explicar cuánto la determinó ser hija de inmigrantes italianos.“Es extraño llevar este nombre. Vivo en un país donde nadie lo escribe ni pronuncia bien. Qué ganas, a veces, de llamarme Claudia. Cuando chica no me sentía bien con eso, pero cuando vas reconociendo de dónde vienes y entiendes por qué tus abuelos nunca hablarán bien el español, comienzas a comprenderte como inmigrante. Soy chilena, pero fui criada mirando siempre hacia Italia. Crecí viendo cómo mi abuela pasaba escribiéndole cartas a la familia”.
Se explica, entonces, que la filmografía de Tiziana (37 años, un hijo, además de cineasta, periodista) esté marcada por su pasado italiano y que haya llevado el formato de la carta al cine, transformándolo en lo que ella ha bautizado como “carta visual”. “En el cine uso la carta como un ritual, porque van quedando pocos y éste fue el que mantuvo unida a mi familia por tanto tiempo. Proviene de haber visto a mi nonna escribir diariamente cartas a los parientes que vivían en su tierra natal. Pensé, por qué no tomarla como herramienta de comunicación con la misma coherencia que usó ella. Yo aprendí a escribir intentando imitarla. Esos relatos contaban cosas cotidianas, pero también estaban llenos de emociones, de distancia, en un contexto en que la llamada telefónica era un lujo”.
Su apuesta es tan original que marcó un hito al ganar este año el FIDOCS: es la primera vez que el filme vencedor no está vinculado a la actualidad. Por el contrario, la película de Panizza, narrada en primera persona, es intimista. Y lo es a tal punto que el jurado valoró “su minimalismo narrativo, cuya tensión y poética visual no sólo tejen una historia familiar, sino una visión profunda del espacio país”.
¿Qué es el tiempo?En su anterior película, Dear Nonna: a Film Letter” (Querida Nonna: una Carta Film, 2005, premiada en el Festival de Cine de Torino, Italia), Tiziana intenta recuperar la antigua costumbre de su abuela de leer en voz alta las misivas que le llegaban. Y en su última cinta, Remitente: Una Carta Visual, asegura que hace “un último intento por unir dos mundos”, los de su familia dividida, mostrando lo que constituye su vida en Chile a sus parientes italianos. Su perro; la cordillera; el paisaje urbano, cuya historia es borrada por nuevos edificios en construcción. También hay imágenes de cuando era pequeña, de su abuela en la vejez y de antiguos videos familiares anónimos que suele recolectar comprándolos en mercadillos. Incluye, además, tomas hechas por ella misma el día en que muere Augusto Pinochet. Todo es parte de un collage visual, con el que Tiziana intenta comunicarse con sus familiares lejanos.
Los dos cortometrajes que ha hecho hasta ahora en este género de la carta visual forman parte de una trilogía, cuyo tercer film está en preparación: versa sobre la vejez de sus abuelas e intenta explicarse, en el ocaso de la vida de esas dos mujeres, qué es el tiempo. “No sé si ellas están recordando o esperando que el tiempo se acabe. Está el absurdo del tiempo que transcurre en sus casas, donde no hay nadie más viviendo ahí, hay habitaciones clausuradas. Es un tiempo no tiempo, difícil de explicar. Es registrar el último instante de vida de mis abuelas. Una de ellas tenía 98 años, acaba de morir. Yo capturé su último momento, fue una experiencia tremenda.
–¿Qué sensación tenías mientras hacías eso?
–Algo terrible, sentía que me estaba filmando a mí misma en 50 años más. Es que las mujeres de mi familia son súper longevas y, a no ser que yo muera en un accidente, probablemente estuve filmando mi futuro.
–¿Y qué pretendes haciendo esto?
–Es una forma de explorar y también de retener el tiempo. Mientras los cineastas de la generación de Panizza usan la más moderna tecnología, ella ha optado por filmar en Súper 8, el antiguo formato de 8 milímetros que se usaba antes para hacer cine familiar, lo que también constituye un mensaje en sí mismo. De esta forma, la estética de sus películas tiene ese particular sello gastado de los antiguos filmes, incluso, en el sonido. “Hay algo estético muy fuerte que me ofrece el Súper 8, porque fue un formato creado precisamente para capturar recuerdos. Pero además, en lo técnico, la poca definición que tienen las imágenes tomadas en Súper 8, apela a cómo se recuerda. Uno no lo hace en High Definition (Alta Definición), sino en borroso”.
–Uno de tus placeres es coleccionar películas familiares anónimas en este formato.
–Sí, eso me encanta. Colecciono estas imágenes caseras en Súper 8, las compro en el mercado, en el Persa, porque son películas que fueron hechas para recordar y han caído en el olvido. Imagino todo el amor que hay en esas imágenes que tomó un señor de otra época al capturar los primeros pasos de su hija, por ejemplo. Que eso termine perdido y botado es una cuestión queme conmueve profundamente. Pero, además, esas imágenes que rescato son homologables a cualquiera de nosotros: si uno revisa los archivos fotográficos o de video de cualquier persona, son iguales a los que tenemos todos, remiten al cumpleaños del hijo pequeño, a la abuela sentada en la mesa junto a los nietos. Es la historia de todas las familias la que está ahí.
–¿Y por qué las incluyes en tus películas? En Remitente pones algunas secuencias de estos filmes anónimos.
–Por lo mismo: apuesto a que exponiendo eso, estoy mostrando la historia de todos. Y lo digo en mi documental: “Estas son imágenes de gente desconocida que las grabo, pero también son mías. También puede ser mi hijo, mi hermano cuando estaba creciendo”.
74 metros cuadradosEn su faceta de periodista, Tiziana trabajó en el programa el Show de los Libros y Cine Video de Televisión Nacional (TVN). “La libertad creativa que había ahí me abrió el camino para meterme en esto”, comenta. Estuvo en el área de reportajes de Canal 13 y, recientemente, fue parte del equipo de realizadoras de la serie de investigación Piel de Jaguar, de TVN. Es profesora de la Universidad Diego Portales y de la Universidad de Chile.
Cuenta, además, con un nutrido currículo como realizadora de documentales que hablan de nuestra realidad, dentro de los que destaca Tala Ilegal del Alerce, sobre las dimensiones del tráfico de esa madera, “tan grave como el tráfico de drogas”, dice. Actualmente, trabaja como codirectora de la película 74 Metros Cuadrados, que filma junto a la también documentalista Paola Castillo. Ésta trata del proceso, pleno de contradicciones, de lograr un hogar propio y autoconstruido de 150 familias marginales de Valparaíso, que acceden a viviendas sociales de la empresa Elemental, del arquitecto Alejandro Aravena. “Es el éxodo de estas familias a sus casas nuevas, que están construidas en un barrio de clasemedia, al que no le gusta, por supuesto, que estén allí. Son pobladores que diseñan sus viviendas, hay algo de empoderamiento ciudadano en ellos, de una sociedad utópica. Llevamos cuatro años registrando esto, les entregan sus casas ahora. A fines de 2010 recién puede haber película”.
“¿De qué cosas puede hablar una con más propiedad que de aquellas que ha experimentado?”, dice esta ganadora del reciente Festival
Así, el trabajo cotidiano de Tiziana se mueve entre lo periodístico y su veta de cineasta autobiográfica, que bebe de su mundo íntimo, de sus dudas y reflexiones existenciales.
–¿Cuánto de tu estado de ánimo tiene Remitente?
–Todo. No lo había mirado desde ahí. Como mis películas son especies de diarios de vida, también tienen que ver con las etapas de la vida en la que una está. Y en este ciclo me hago preguntas sobre el olvido, por qué olvidamos.
–¿Por qué el olvido?
–Porque pienso en él, pero no lo entiendo, por eso hice el filme, para ver si lo entendía un poco más (risas). Lo que hacemi documental es más bien plantear preguntas: ¿por qué olvidamos? o ¿puede ser bueno olvidar?, ¿tiene que haber olvido para que haya recuerdo? Trato de escenificar esos misterios de la vida, esas preguntas que difícilmente tienen respuesta. Mi abuela, que está en la película, murió la misma semana en que proyecté Remitente en la Cineteca y fue muy fuerte. Una semana antes, el día de mi cumpleaños, había muerto mi perro Atahualpa, que también aparece en la película: ésos son los momentos en que uno se hace preguntas que no desea hacerse a cada rato, porque son dolorosas.
Desconcierto–No era fácil que tu documental fuera premiado en FIDOCS, porque lo tradicional en este género es halar de la actualidad. Tú, en cambio, hablas de ti.
¿Qué significado tiene que un trabajo como el tuyo haya ganado?
–Creo que hoy se ha expandido lo que entendemos como el género documental. Se están realizando muchos documentales que trabajan con la realidad como materia prima, pero que constituyen filmes subjetivos y personales como lo es también el mío. El premio que me concedieron significa que hay gente a quien esto le hace sentido. Y que hay convicción de que los documentales no cuentan una sola y única verdad. Pretender lo contrario es imposible y poco honesto.
–Al darte el premio, fundamentaron que al mismo tiempo en que construías una poética visual, mostrabas una visión profunda del país. Haces referencia a la fiebre de construir, a esas casas que no quieres olvidar que estuvieron allí, pero que ya tiraron abajo irremediablemente.
–Claro, es que así como la cordillera es fundamental para ubicarnos y si un día amaneciéramos y no estuviera nos desorientaríamos totalmente, lo mismo produce el cambio de escenario generado por la fiebre de construir que hoy vemos. Me desoriento cuando paso y en vez de la casa que estaba en un lugar, hay un hoyo y una pared de cholguán. Uno dice: ‘Pucha, ya se echaron otra casa’. Enseguida, te preguntas: ‘Bueno ¿y cómo era esta casa?’ Dentro de poco, vamos a preguntarnos cómo era la ciudad en la que vivíamos y no va a haber registro para saberlo. Yo, en verdad, sólo estoy remarcando esta situación, porque hay una película que da cuenta de esto de una manera extraordinaria: Aquí se Construye, de Ignacio Agüero. Ahí se exhibe lo que ha pasado con el espacio urbano. Yo sólo planteo mi desconcierto personal: por qué está pasando esto con la ciudad, cuál es la lógica para que algo así suceda y qué puedo hacer yo para no olvidar todo eso que ya no está. Por eso digo que me carga olvidarme de lo que había.
–Hay una secuencia en que muestras la muerte de Pinochet, ¿la miras desde la misma perspectiva?
–Claro, la secuencia de Pinochet está planteada desde un punto de vista súper personal. Por eso digo: yo estaba ahí con mi cámara y vi esto. Es mi humilde mirada y presencia, frente a muchas miradas y presencias. Es una película de fragmentos, porque es como uno percibe las cosas.
–Es atrevido lo que haces, el espectador también te puede odiar por lo mismo.
–Claro, y está en su derecho, puede que nada le haga sentido o que sólo algunas cosas le entren emotivamente y sin saber por qué. No hay una causalidad, sino una suma de trozos y en ese sentido es un experimento. En el fondo, se trata de encontrarle lo poético a lo audiovisual, algo que te haga sentido y te emocione no racionalmente.
–Rescatas una máxima que dice que todo lo que no es autobiografía es plagio.
–Hay ahora una corriente de lo autobiográfico en el cine, de entender que los documentales son de por sí subjetivos, contrariamente a la mirada conservadora que plantea que deben ser objetivos. Creo que es valioso que se trasluzca la mirada de quien hace un documental. Mientras más subjetividad hay, más se enriquece un filme. Además, uno sabe desde dónde está hablando esa persona y cuál es su visión de las cosas. No se presta a confusiones.
–¿La tendencia es que nadie venda pomadas?
–Claro, es cosa del espectador si sigue o no el rollo, él sabe a lo que va. Se critica también que hacer filmes autobiográficos es cuestión de ego, se dice que eso no le interesa a nadie. Creo que es todo lo contrario: como yo no soy nadie especial, la visión que tengo le puede hacer sentido a mucha gente. Muchos podrían decir: qué me importa que esta mujer sea hija de inmigrantes o que tenga una visión así de la ciudad. Pero pienso que haymás gente que puede enganchar conmi visión, porque finalmente no es tan distinta de la de otros. ¿De qué cosas puede hablar una con más propiedad que de lo que le pasa o ha experimentado? Es la manera personal que he buscado para expresarme