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En 1911, Rutherford, junto a Geiger y Marsden, llevaron a cabo un experimento que consistía en bombardear con partículas alfa una fina lámina de oro, con el fin de corroborar el modelo de Thomson, que sostenía que los átomos estaban compuestos por una esfera con carga positiva repartida uniformemente por todo su volumen, y que dentro de esta se encontraban unas pequeñas partículas, llamadas electrones, con carga negativa y una masa muy pequeña.
¿Qué debería ocurrir?
Las partículas alfa con carga positiva al atravesar la lámina de oro, deberían desviarse ligeramente respecto a su dirección inicial.
¿Qué se observó?
Se observó que un gran número de las partículas lanzadas se desviaba ligeramente, pero algunas sufrieron desviaciones grandes y, lo más importante, un pequeño número de partículas rebotó hacia atrás.
Esto, para la idea que se tenía acerca del átomo, era tan impresionante e imprevisible que, en palabras del propio Rutherford, era igual a si se disparaba una bala de cañón contra una hoja de papel y esta rebotase.