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Un demócrata que se precie, ha de escapar de ceremonias de confusión y asumir en consecuencia que toda acción reivindicativa contra quien haya usurpado el poder político a través del fraude electoral, goza de plena autenticidad democrática
Quien sin tener ánimo de polemizar, asume el principio ineludible de defender las libertades fundamentales y el Estado de Derecho, ante cualquier síntoma de involución que quebrante estas reglas de convivencia, no le queda otra que reaccionar en consecuencia para exigir la restitución de la legitimidad institucional y el restablecimiento de las reglas democráticas, por ser ello, misión irrenunciable para garantizar la seguridad, la justicia y la dignidad del conjunto de la sociedad.
Derechos, que en los últimos tiempos, por continuada transgresión son sujeto de quebranto combinado; extremo que en derecho de amparo demanda una reacción contundente, un " escrache" social colectivo; por cuanto, contradiciendo, la consideración antidemocrática que atribuye Rajoy a estos actos, se ha de afirmar que toda legitimidad democrática, socialmente lo es, en razón directa a la consecuencia objetiva de la causa que persigue, y políticamente, al grado de entereza con el contexto de los compromisos electorales que nadie debe evadir tras la frágil argucia de un incoherente "cumplimiento del deber".
Por tanto, un demócrata que se precie ha de escapar de ceremonias de confusión y asumir en consecuencia que toda acción reivindicativa contra quien haya usurpado el poder político a través del fraude electoral, goza de plena autenticidad democrática cuando la finalidad de su objetivo sea exigir el cumplimiento de los compromisos que facilitaron la consecución del acceso al poder. De ahí que resulte un despropósito la inadecuada expresión del Presidente, cuando manifiesta que la mayoría no puede ser coaccionada por una minoría, justo cuando en este caso el chantaje pinta a la inversa, siendo ello razón suficiente para no rendirse sin oponer resistencia.
Por ello, para impartir lecciones de democracia hay que tener hábitos acordes y no descapitalizar su esencia compareciendo como Presidente tras el blindaje de una pantalla de plasma. Ese comportamiento huidizo, es propio de quien parece olvidar que la democracia es un ejercicio de permanente transparencia y de continua explicación a los ciudadanos, en aras a satisfacer su derecho a saber, y por tanto, toda actitud contraria a este proceder sitúa a los protagonistas al borde de la involución, donde el totalitarismo de los nostálgicos intentará imponer el control de su propio régimen en detrimento de la libertad de información.
Ante esta compleja Tesitura, resulta más grave si cabe, que a pesar de los evidentes signos de corrupción que socavan la exigua estabilidad democrática, el PP siga manteniendo inalterable su discurso de continuidad, negándose a extirpar esa infección endémica que como extendida metástasis se reproduce por contagio en el seno de su propia organización .
Para impartir lecciones de democracia hay que tener hábitos acordes y no descapitalizar su esencia compareciendo como Presidente tras el blindaje de una pantalla de plasma
Que para mayor abundamiento, se habrá de sumar el impedimento en variar sus políticas contra la crisis, cuando su contenido por mas alarde de ventajas que se le adjudique, no solo tendrá nula eficacia sino que su lesiva repercusión además de desvertebrar la sociedad, acentuará la inestabilidad prorrogando la continuidad de una recesión interminable.
Se ha de interpretar por tanto, que la comparecencia televisiva celebrada este miércoles por el Presidente del gobierno, Mariano Rajoy, lejos de una intervención para la ciudadanía en la que rendir cuenta de resultados de su acción de gobierno, se ha de analizar en clave de su auténtica finalidad, es decir, como un acto de reafirmación interna con la finalidad de levantar el decaído ánimo de la gran mayoría de los miembros de la Junta Nacional del partido, afectados por las contradicciones que genera en la propia militancia conservadora la falta de resultados al discurso ideológico neoliberal sobre la salida de la crisis a través de sacrificios de austeridad.
Tal es así que tras un año de recortes brutales, no se logró cumplir siquiera el objetivo primario de reducir el déficit, y cuando además, tan milagrosa receta contra la crisis, no ha dejado de disparar el desempleo, la marginación y la pobreza. Resultando evidente que los prodigados sacrificios de hoy no traerán las prosperidad del mañana.
Pero ni estos perjuicios sociales son la preocupación de Europa, ni la asunción democrática tiene idéntica uniformidad conceptual. El verdadero interés de Merkel como principal ejecutiva de la UE, es disponer del aliado idóneo para imponer su férrea disciplina; cometido que tenía garantizado con Rajoy, cuya confianza se vio afectada negativamente por el escándalo Bárcenas y la acusación inducida de haber recibido sobres de dinero negro durante años , situación, que le adjudica escasas posibilidades para terminar la legislatura, por cuanto a los ojos de Europa, Rajoy, ha perdido la exigua credibilidad que le quedaba y el objetivo ahora es aplicarle su propia medicina fraguando en España una dictadura tecnocrática, con la finalidad de sustituile como responsable del Ejecutivo.
Al parecer, corren malos tiempos para Rajoy pero también para la democracia ...!