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Al parecer mentir ya no importa y aún resultando intolerable, ese apego casi sistemático al embuste prima sobre cualquier código de conducta
La simple sospecha que un solo miembro de un colectivo de riesgo tomase adición por el consumo de drogas, o en su caso, que una sobredosis causara un desenlace fatal entre algún integrante del grupo de adictos, coincidiendo en el tiempo tal circunstancia con el hecho que el presidente de tu comunidad compartía mesa y diversión con el narcotraficante responsable de tal contingencia; por la mera presunción de culpabilidad que tal actitud supondría, sería causa suficiente, para que, a este connotado político se le cerrara toda vía exculpatoria y contundentemente se le exigiera la dimisión del cargo.
Pero cuando la hemeroteca, transforma ese supuesto en una evidencia luctuosa, entonces, ya no es suficiente con el ejercicio de apartamiento, sino que el implicado en cuestión, por la ligereza de sus actos, indirectamente se ve mezclado en el extravío, y tal circunstancia le obliga igualmente a responder ante la judicatura como "cooperador necesario" en la comisión del delito, con el agravante, de implicar por tácito consentimiento a quienes eran los máximos responsables políticos de su organización en la temporalidad de los acontecimientos.
De ser una conjetura, esta introducción toma cuerpo de realidad cuando encajamos como protagonista de la escena al actual presidente de la Xunta de Galicia, Sr. Feijóo, quien atendiendo a su versión para idiotas, constata que en épocas pretéritas cuando solo era un "chico de Romay ", burlando la disciplina opus deísta de su protector, tomó camino del descarrío al frecuentar asiduamente el infierno.
Toda una práctica satánica, pero que por declarada ingenuidad hizo que no se percatase que el directo acompañante en sus andanzas lujuriosas, era ni mas ni menos que Marcial Dorado, es decir, el diablo en persona. Increíble desconocimiento cuando en aquel ambiente era notorio el pestilente tufo a azufre.
Para reforzar esta argucia, nada mejor que poner en escena un calibrado paripé a través de un guión elaborado a medida
Al parecer mentir ya no importa y aún resultando intolerable, ese apego casi sistemático al embuste prima sobre cualquier código de conducta, y así, lo cierto es que al margen de toda estructura moral, en política se está utilizando la mentira como un medio "lícito" con el fin de suplir la realidad por la sugestión, para anular la capacidad crítica de los ciudadanos. Ese es el método del todo vale utilizado por Feijóo para lograr su objetivo, que no es otro, que negar la evidencia de los hechos por el perjudicial impacto de la repercusión en su futuro político, de ahí que alternativamente apueste por versionar un formato de simulación de la realidad cuya composición favorezca el logro de rentabilidad entre unos receptores predispuestos a creerla y a aceptarla.
Para reforzar esta argucia, nada mejor que poner en escena un calibrado paripé a través de un guión elaborado a medida, con la finalidad de sacudir su comprometida relación con el narcotraficante Dorado y proyectar asi la apariencia contraria presentándose ante la opinión pública como una víctima sujeto de extorsión . Pero esas actitudes poco ortodoxas del Presidente de la Xunta, tratando de dar carpetazo al escándalo político en el que se encuentra inmerso, al calificar como "accidental coincidencia" su contacto con el narcotraficante en cuestión, por desafortunadas y vacías de contexto, estas declaraciones, mas que aportar solución a tan enredado asunto, con su negativa y enrevesada actitud, está complicando la situación hasta el extremo de enfurecer a la mayoría social que se siente agraviada al considerar ese proceder como un directo menoscabo a su inteligencia.
Por tanto el Sr. Feijoo debiera dejarse de marear la perdiz, y saber, que mientras aduce ignorancia de causa, el resto de la ciudadanía, mayoritariamente, si tenía cumplido conocimiento de las actividades delictivas que envolvían los negocios del narcotraficante arosano, como también sabía del entrelazado que existía entre ambos, fruto de una relación continuada y estable, labradas durante un largo cuatrienio. Tiempo e intimidad sobrada para despejar toda duda y desechar con ello la recurrente ignorancia que aduce ahora como presidente del ejecutivo gallego, con la única pretensión, de convertirse en la víctima de una conspiración fingida que le exima el cumplimiento del deber, que en un país serio, se tendría que pagar asumiendo la inmediata dimisión.
Pero si además de lo ya referido otorgamos crédito a sus afirmaciones realizadas en la comparecencia en el Parlamento gallego, cuando aseguraba que al tener conocimiento de las fotografías en 2003, informó de los hechos al Presidente del PP Mariano Rajoy, sin que al parecer el máximo mandatario procediera en consecuencia. Si así fuera, tal extremo exigiría en correspondencia que su obligada dimisión viniese acompañada por la del propio Presidente del Gobierno por inhibición imprudente.