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Anciana que iba por tierra a Arica falleció en el viaje, ante sus aterrorizados nietos, no tuvieron otra alternativa que envolver en una alfombra el cadaver de la anciana, y continuar con ella en el techo del vehículo
Carlos, su esposa Roxana, sus dos hijos y la abuelita Sofía de 76 años de edad, salieron un día de semana a cumplir el anhelado sueño de viajar hasta Arica de vacaciones . Iban de madrugada para pernoctar en Copiapó, en su primera etapa.
Sobre el techo del vehículo ordenaron sus maletas, bolsos y una alfombra que le había encargado su compadre Samuel . pensaban que en tres días lograrían su objetivo, conociendo de paso hermosas playas del litoral nortino.
El viaje hasta Copiapó fué tedioso para los niños, que inquietos obligaron al padre a detenerse en varias oportunidades, con el fin de ir al baño o jugar en las dunas. Luego de pernoctar, desde esa ciudad se dirigieron a la costa hasta avistar el hermoso balneario de Bahía Inglesa, donde disfrutaron de exquisitos mariscos y frescos pescados de la zona.
Como era temprano dormitaron en las doradas arenas del balneario. Sentaron a la abuelita en una silla plegable que llevaban con ese objeto y mientras los niños se bañaban Roxana leia una revista de actulidad.
Era la primera vez que el matrimonio recorría los caminos del norte. Nada hacía presagiar que el destino los involucraría en una pesadilla, que no ha sido posible sacar de sus mentes hasta la actualidad.
Cuando atardecía y luego que el fuerte sol de esa zona, bajara en su intensidad, revisaron el aceite, la bencina y el aire de los neumáticos . Carlos señaló " Hay que ser prevenido, no es cierto Roxana", agregando ¿ Como te sientes mamita?, dirigiéndose a la abuelita.
Bien hijito, no te preocupes que este viaje lo hice con tu padre en bus, hace ya unos treinta años, cuando los caminos eran mitad de tierra. Entonces, Sigamos nuestro maravilloso viaje, terminó diciendo Carlos .
Los últimos rayos de sol en el horizonte cubrían con su manto dorado los cerros multicolores del inicio del desierto mas árido del mundo, el desierto de Atacama.
Pasaban los kilómetros y a cada momento se sentía la soledad de la carretera, ya casi no se veían casas, cuando la noche se dejó caer con toda su intensidad.
Mas allá, la quietud era absoluta, cada cierto tiempo uno que otro automóvil y camiones rompían el silencio de la noche con sus bocinazos, como queriendo entablar contacto aunque fuera a distancia con los conductores que iban en sentido contrario.
La policia rastreó varios kilómetros a la redonda sin encontrar rastros del automóvil robado. De la anciana nunca mas se supo. Es un misterio mas de la pampa chilena
El desierto es una alfombra interminable, donde en cientos de kilómetros no existe una vivienda, por lo que hay que adentrarse en el, muy abastecido. Así se lo habían dicho a Carlos, pero este decidió emprender la osada aventura de cruzar sus arenales, aunque fuera de noche.
Cuando habían transcurrido varias horas de camino los niños mostraban de nuevo señales de inquietud. La abuela respiraba con cierta dificultad, pero la familia no le dió importancia, atribuyéndolo al cansancio del viaje.
Minutos más tarde el mayor de los menores, alarmado, avisó a sus progenitores que la anciana no respiraba. Carlos detuvo el vehículo comprendiendo que su madre habia dejado de existir. El terror se había apoderado del resto de la familia, . Los niños no querian volver al automovil y continuar el viaje con el cadaver de la querida abuelita.
Para pensar con tranquilidad el grupo familiar se alejó unos metros . El cielo estrellado era un ambiente que erizaba los pelos. El silencio era solo roto por el crujir del motor que se enfriaba por la baja temperatura del ambiente.
El jefe de hogar manteniendo la calma, decidió con la aprobación de su esposa, envolver en la alfombra el cuerpo de la anciana y continuar el viaje, con el bulto en la parrilla.
Así, envueltos en un ambiente de terror la familia continuó el viaje hasta que, varios kilómetros mas adelante, en medio de la nada, se divisó una hosteria a la orilla del camino. Los niños y Roxana que lo único que deseaban era bajar del vehículo, aceptaron la invitación a comer algo rápido, con un té o leche.
Era la posada predilecta de los camioneros, donde ellos se podían disfrutar de una apetitosa cazuela o un trozo de asado de cabrito.
Luego de satisfacer su apetito y cancelar la cuenta, el grupo familiar se enfrentó al frio del desierto varios grados bajo cero.
Nunca imaginaron que les esperaba una ingrata y macabra sorpresa.
El automóvil no estaba . No habia mucho donde buscar, fuera de las edificaciones de la hosteria el resto eran kilómetros de desierto. se habían llevado además la alfombra donde estaba envuelta la abuela.
Sin contar con otra alternativa, regresaron al interior del recinto narrando la terrible experiencia al dueño del lugar y a los camioneros que sorprendidos, organizaron la búsqueda del automóvil por los alrededores. esta se prolongó durante el resto de la noche, hasta que al amanecer Carlos decidió enviar a su esposa y los niños de regreso a Santiago. En los planes de Carlos figuraba quedarse unos días que se prolongaron por cerca de un mes, tiempo en que la policía rastreó la desértica zona, sin encontar el automóvil.
Uno de los camioneros aseguró que los ladrones tenían por costumbre desvalijar los vehículos y luego enterrarlos bajo la arena de la pampa.
Otro de ellos se preguntaba como habría sido la sorpresa de los delincuentes cuando decubrieron que dentro de la alfombra había un cadaver, el cuerpo de una anciana.
La anciana dejó de existir en el automóvil, frente a sus aterrorizados nietos, en la oscuridad del desierto nortino. Los menores se negaban a continuar el viaje junto al cadaver de su abuelita
Lo cierto es que la abuelita fué literalmente tragada por el desierto, por la pampa nortina.