Hay un vicio del hombre que no permite su amplio desarrollo intelectual se le llama ingenuidad. Todo niño es ingenuo, se le permite creer todo y mantener esperanza en aquello que cree que existe sin siquiera haberlo visto. La ingenuidad en la edad de la razón continua, es imperdonable y debe de ser penada conforme a las sanciones morales o legales. Cuantos casos de estafa se han fraguado llevando a personas con intelectos superiores a la quiebra; sólo por juzgar rápidamente  y creer una información tan inverosímil. La ingenuidad es el niño o niña que nunca creció en nuestro interior le hemos dejado dominar nuestras emociones y decisiones.

En específicos momentos de nuestras vidas nos reúnen en plazas, parques o recintos para generar en nuestro interior zozobra, miedo y esperanza. Escuchamos un conjunto de palabras que reunidas acorde a la gramática captan nuestra atención; obtenido ese momento penetran en nuestro ser llevándonos hacia el pasado produciendo un recuerdo del presente y revelándonos un futuro. La psicología nos dice que los niños en sus primeros años captan y aprenden todo aquello que está a su alrededor; la política nos dice que todos las personas mayores de edad absorberán todo aquello que esté bien estructurado para sugestionarlos en una misma dirección.

La sociedad es una institución, nos da la garantía de sentirnos aceptados y nos permite un desarrollo pleno

La sociedad es una institución, nos da la garantía de sentirnos aceptados y nos permite un desarrollo pleno.

Ingresamos en una sociedad ya creada y se nos enseña a prestar atención y empezamos a conocer lo desconocido, eso desconocido que en años anteriores no se nos permitía entablar una relación por estar en la fase de inocencia. Toda fase comienza y termina, pero hay estadios que por su naturaleza no pueden regresar a su estado original; y la inocencia (también llamada ingenuidad) sólo vive en la infancia, pubertad y adolescencia, pero al entrar en la fase del razonamiento constante el todo nos es conocido y no podemos excusarnos de no entablar una relación con el todo.

Dios y el diablo han penetrado en nuestras vidas sin haberles visto; pero el bien y el mal se distinguen sin necesidad de que nos enseñen sus significados, es así que por razones de nuestro cuerpo humano somos capaces de sentir todo aquello que encuadra en lo que es bueno y lo que es malo. Todo puede combinarse y produce algo distinto que puesto a prueba se juzga si conviene o no.