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El subsecretario de pesca Pablo Galilea, no ha hecho otra cosa que gestionar una subvención a la industria pesquera, disfrazada de "bono" que mitigaría las consecuencias de la sobreexplotación.
El 9 de julio en la mañana en los accesos norte de Coronel y sur en Tomé se registraron bloqueos de ruta por parte de tripulantes pesqueros y armadores (dueños de embarcaciones) que reclamaron por la exclusión que sufren de los pagos de bono que el gobierno comprometió para quienes trabajan en la pesca de la sardina común y la anchoveta, en nuestra región.
El motivo de que hayan sido marginados de dos de los tres pagos es que ya han pescado el 70% de la cuota de captura destinada al armador.
¿Por qué ha ocurrido esto?
Porque autoridades, como el subsecretario de pesca Pablo Galilea, no han hecho otra cosa que gestionar una subvención a la industria pesquera, disfrazada de "bono" que mitigaría las consecuencias de la sobreexplotación. En este contexto, los armadores y su tripulación que ya han pescado un 70% de la cuota de captura en su poder, ya no son rentables y por eso han quedado "abajo".
Cómo se explica esto
El 6 de marzo de este año se inició la temporada de captura de sardina y anchoveta entre las regiones V y IX. Si bien, las expectativas de ganancia se mantuvieron, los hechos se encargaron de frustrarlas, llegando a declarar un "paro" el 7 de abril, gatillado porque los zarpes no alcanzaban a ser financiados por las exiguas cantidades que lograban pescar.
Luego de sucesivas movilizaciones, el Gobierno accedió a entregar 900 mil pesos a cada tripulante, sacados del Fondo de Administración Pesquera (FAP) que fue planificado bajo usos como éste. Este dinero se cancelaría en tres cuotas, la primera de 270 mil, la segunda 430 mil y la tercera de 200 mil. De estas cuotas, la primera debería haberse pagado el 31 de mayo y comenzó a pagarse recién la semana pasada, luego de múltiples movilizaciones.
La demora en los pagos del bono no fue producto de la negligencia ni la inoperancia institucional, sino que fue expresión de una estrategia para beneficiar a la industria. Primero, se impuso la condición de hacer dos zarpes para poder recibir el bono y después, luego de más de un mes de demora, con los tripulantes sin haber recibido ingresos desde hace meses, las autoridades, con Galilea a la cabeza, impusieron un tercer zarpe. Además de excluir del segundo y tercer pago, a quienes han pescado más del 70% de la cuota de captura, que representan a las naves más pequeñas, ya que por ser más chicas, su cuota de captura es menor y se completa más rápido.
El hecho de estar obligados a realizar zarpes, implica que las tripulaciones deberán realizar un gasto en una operación que probablemente, no les reporte ninguna ganancia, pues la pesca de será mínima. Por otra parte, capturarán los peces que aun sobreviven a la sobreexplotación y que constituyen la única base para el repoblamiento de las especies.
Sin embargo, a las empresas que comprarán esta pesca, poco les importa. De hecho, este es el objetivo del "bono": obligar a pescar. El empresariado pesquero pudo haber propiciado que las tripulaciones salieran a pescar subiendo el precio de la compra de la sardina y la anchoveta, pero para qué gastar plata, si hay autoridades a disposición, que pueden obligar a la gente a salir a pescar.
Dentro de todas sus mentiras, Galilea ha afirmado que es necesario hacer estos zarpes y salir a pescar, pues ésta es una "pesca de investigación" del estado de las poblaciones de sardina común y anchoveta. No obstante, numerosos investigadores han dicho que la cantidad de peces para un muestreo cabe de sobra en un balde. Además, el propio Sernapesca afirmó en uno de sus informes "un continuo y permanente ingreso de ejemplares pre-reclutas" que podía apreciarse en una fracción importante de ejemplares de sardina común, pescados el 2012, cuando tenían menos de 7 centímetros. Todo esto cuando la sardina común alcanza su madurez sexual a los 12 cm., lo que indica que, al menos una parte importante de la pesca del 2012 fue de sardinas juveniles que no alcanzaron a reproducirse. Los diagnósticos ya están hechos.
Ahora, podemos decir que el Estado no sólo ha visado la sobreexplotación pesquera, sino que la subvenciona. Y, a quienes no les queda nada por pescar: que se caguen. Es probable que esta fórmula sea replicada frente al colapso que experimentan casi todas las especies marinas que antes se pescaron en abundancia.
Foto de Tomé: Camila Lassalle
Fotos de Coronel: Jota