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Resulta bastante curioso observar la facilidad con que Manipulan los criterios y traicionan sus pasados argumentos para decirnos que lo que era blanco ahora es negro por el sencillo motivo de que son portadores del gris
Resulta bastante curioso observar la facilidad con que algunos cambian de candidato preferente para la obtención del Balón de Oro con el paso de los días. Manipulan los criterios y traicionan sus pasados argumentos para decirnos que lo que era blanco ahora es negro por el sencillo motivo de que son portadores del gris. Un Messi apaleado por el efecto mariposa, tratado como injusto acreedor del premio en 2011 porque España ganase el mundial seis meses antes, parece que no encuentra el mimetismo en el trato de Cristiano Ronaldo, pues en caso contrario España podría no haber ganado la Eurocopa este mismo año. La doble vara de medir en situaciones gemelas permite pasar facturas si se repasan conciencias. Ahora parece que la actuación española en la Eurocopa no tiene razón de ser porque algunos piensan que el icono madridista tiene una mínima posibilidad.
Pareciese que Messi, el mejor jugador de la historia según mis ojos, reposa sus posibilidades de ganar el Balón, no en la temporada que está desarrollando, sino en el vacío motivo de que tiene la costumbre ganarlo. En el año 2011 el argentino no era un digno ganador por haber ganado tan solo Liga y Champions, y ahora con una solitaria liga y un flequillo engominado ven justicia divina si lo ganase CR7. Cuestión de preferencias en una lista de prioridades: Primero Cristiano y luego cualquiera menos Messi. Cuando lo merece el argentino y carece de posibilidades el jugador portugués, siempre viene bien que lo merezca un español; Cuando lo merece Messi y Ronaldo tiene alguna posibilidad, ya no es justo que lo gane un español. Es sencillamente asqueroso el uso de jugadores españoles como arma arrojadiza contra Messi porque Cristiano no puede solo. Mientras ocurre todo esto, entre viento y marea, algún cofrade del clavo ardiendo tuvo la genial idea de meter en la subasta a Casillas justo el año en que está realizando una de las peores temporadas de su carrera. Algunos de aquellos mismos que llevan berreando mediáticamente tres años con la firme convicción de que su palabra es una buena herramienta para que el Balón de Oro lo reciba un español, ponen en marcha su plan B por si falla su obsesión. A falta de pan, buenas son tortas. Si fallan sus reclamaciones, no se preocupen, rápidamente las cambian por otras. Mientras algunos piden el premio para las manos de Casillas o los pies de Iniesta y lo piden de corazón, no son pocos los que disfrazan sus rencores a la pulga argentina bajo ese mismo halo de patriótico sentimiento.
Descartada la conclusión xenófoba al abandonar en la orilla a los jugadores españoles en favor de uno portugués, solo queda la duda de saber si a Messi se le tiene pánico o se le tiene Messifobia.
Con un Cristiano Ronaldo cerca de cumplir 29 años, con un solo balón de Oro y con un juego basado casi exclusivamente en su poder físico, no sería descabellado pensar que se encuentra ante una de sus últimas oportunidades de optar a este galardón. Si no es ahora será nunca, debe pensar el portugués, porque Messi estará siempre. La mera posibilidad de ver al argentino levantarse de su asiento, sacar la lengua y dirigirse al estrado para recoger el premio por cuarta vez y lanzar un tímido discurso, ha puesto demasiado nervioso, no solo a Ronaldo, sino también a Mourinho y por ende al sector del madridismo no disfrazado. Lo peligroso del tema es que debe ser bastante desesperante que tu máximo rival, no por igualdad sino por pura rivalidad, se encuentre siempre ausentado de toda polémica y dé la sensación de que ha puesto límite a su codicia individual mientras la de Cristiano Ronaldo aún no se ha empezado a llenar. Ronaldo codicia lo que no tiene, tiene un Balón de oro y codicia cuatro, Messi tiene tres y no necesitaba ninguno.
Si por el hecho de darle el Balón de Oro a Cristiano Ronaldo, se puede evitar que alguno se suicide ante las cámaras en medio de un plató de televisión, o que algún hincha se pueda tirar desde el balcón por una cuestión de prioridades vitales, que se lo den. Si recogiendo el premio, se va a sentir Messi diez minutos y cortesano el resto del año, que se lo quede. Si Florentino tiene que inventar una realidad paralela con un premio nuevo al que puede llamar Balón de Madeira y premiar siempre al jugador portugués, que lo haga. Pero nunca podrán convencer al resto del mundo de que no se están perdiendo la parte más exquisita de la historia del fútbol negando la perfección de Messi por hacerle a CR7 una hipócrita genuflexión.
Mientras acabo este artículo, reconozco que he abierto tres veces el cajón del escritorio, me he girado otras dos e incluso he despegado mi trasero de la silla para mirar por la ventana. Repaso los comentarios lanzados desde la entidad blaugrana en los últimos tres años, busco en los archivos y reviso las últimas declaraciones. Que nadie se alarme, estoy buscando una campaña. Y resulta absurdo buscar una campaña en favor de Messi, pues la única realidad es que algunos se empeñan en confundir la dichosa palabreja con el significado de “opinión generalizada”. Sería ridículo pensar que el mejor jugador del mundo para todo el mundo, excepto para parte del madridismo y la mayoría de Portugal, necesite de ayuda mediática para ganar un trofeo que en pocos años llevará su propio nombre. La única campaña proMessi la hace el jugador con un balón sobre el campo, pues en absoluto necesita ser messiático para lograr ser mesiánico.